Andrés Rodríguez González Enero 26th, 2015
NOMBRAMIENTO DE HIJO ADOPTIVO DE RONDA
A DON FRANCISCO MARÍN BUSTAMANTE
DEFENSOR: RAFAEL FLORES DOMÍNGUEZ
RONDA, VEINTITRÉS DE ENERO DE DOS MIL QUINCE
Buenas tardes Paco. Sé que estás aquí; quien sabe si entretenido en la búsqueda de algún fósil embutido en alguna de las vetustas piedras de este antiguo convento o, quizás, observando con paciencia franciscana el nido de un cárabo o, a lo mejor, en el tejado, ensimismado en la estela de un lejano cometa… Me consta, que dada tu humildad y modestia, estarás refunfuñón con este evento, así que discúlpanos, pues el nombramiento que hoy traemos al Pleno, es de justicia; es lo menos que podíamos hacer para reafirmar tu enorme personalidad y valía. Buenas tardes igualmente a nuestra alcaldesa, a los compañeros de Corporación, a los familiares, discípulos y amigos de Paco, a Rafael Sanmartín, del colectivo Almenara, asociación de quien partió la feliz idea de solicitar oficialmente la designación de Paco como hijo adoptivo de Ronda; a las distintas autoridades y a todos los rondeños, arriateños y serranos en general.
Casi siempre, cuando se celebra un acto de esta índole, lo es para reconocer el bagaje material de una persona destacada que ha aportado su genialidad en campos tan diversos como la cultura, la política, el deporte, la religión, la música o el folclor. En el caso que nos ocupa, no por ser único, sí que adquiere un cariz excepcional, pues a los sobrados motivos profesionales de Paco Marín se aúnan los intangibles, los que llegan al corazón y alimentan el espíritu, los que purifican el alma y ahondan en el ser humano.
El profesor Paco Marín, biólogo de carrera y humanista de vocación, además de poseer unas dotes innatas para la docencia, fue un virtuoso en varias facetas creativas, las cuales canalizo a la perfección, como no, para llevar a sus alumnos y congéneres un mensaje de paz, amor y esperanza. Muchas de sus fotografías cobraron vida en forma de relatos audiovisuales emitidos con varios aparatos milimétricamente sincronizados, bajo la sintonía del chirriar y chuchear de lechuzas y búhos, envueltos en graznidos de chovas y zumbidos de los más diversos insectos, en el aullar del lobo y el berrido del venado, en la trama de los sonidos acuosos, de los truenos y de las más bellas bandas sonoras de la Creación. Si bien todas sus proyecciones versaban sobre temáticas diferentes, siempre aunaban los grandes temas que le apasionaban: el Paisaje, el Hombre y el Cosmos. El mensaje de Paco en todo caso lo era y lo es claro y directo, enmarcado en la concepción astral del Universo, donde la humanidad, como parte integrante del mismo, juega un papel de igual a igual con todos los seres vivos y con el entorno que le rodea, en constante lucha por alcanzar la fraternidad que, egoístamente, los hombres nos empeñamos en mancillar.
Su legado, sus lecciones y su forma de ser y vivir ha marcado el devenir de una estirpe de nuevos biólogos, botánicos, geólogos, astrónomos, paisajísticas y naturalistas que difunden los saberes de la Tierra bajo las pautas adquiridas del maestro. Numerosas personalidades del mundo de la docencia le reconocen como un adelantado a su tiempo. No hay profesional del ramo, ni antiguo alumno que no alabe sus peculiares y revolucionarios métodos de enseñanza, basados en el contacto directo con el medio ambiente que les rodea y con la experimentación. Paco innovó en el constante uso de la imagen y el sonido para impartir sus erudiciones. También se valió de los materiales coleccionados desde su más temprana edad, caso de los fósiles, de los que era un ferviente enamorado. Como no recordar, ya fuera con sus estudiantes o con un grupo de amigos, las clases magistrales que nos instruían en la formación geológica de la Serranía de Ronda, en escenarios tan impresionantes como la garganta de la Ventilla o el propio Tajo de Ronda. El profesor Francisco Marín, a lo largo de su carrera, fue crítico con los sistemas educativos en vigor y, precisamente, esa postura inconformista, le valió algún que otro sinsabor. Me atrevo a decir, avalado por su historial, que el bueno de Paco hoy día estaría nominado al símil de Premio Nobel de la docencia junto al profesor aragonés Cesar Bona.
La personalidad del Paco dibujante y fotógrafo tampoco ha pasado desapercibida a ojos de entendidos y profanos en la materia. En el plano pictórico, sus peculiares e imaginativas técnicas, la diversidad de estilos y un perfecto y cadencioso dominio de la escena, lo convierten en un virtuoso artista sin parangón en modalidades como el lápiz, la tinta, el temple, el óleo o la acuarela. A ello debemos sumar una destreza especial para ejecutar una caligrafía muy peculiar e irrepetible, hipnotizante. Se diría que en cada trazo late un corazón, emana una emoción y suspira un sentimiento. Nadie mejor que Paco supo retratar las texturas de los árboles, especialmente de quejigos de montaña y pinsapos de su querida Sierra de las Nieves, donde por cierto, hace ya una treintena larga de años tuve la feliz suerte de conocerle en persona mientras esbozaba con plumilla en un grueso papel, la tronca de un vetusto y centenario abeto de la Cañada del Cuerno.
A lo largo de su existencia, su congénita confianza y, más que nada, su alto grado de despiste le jugaron malas pasadas con algún que otro equipo de fotografía birlado u olvidado sabe Dios dónde. Anécdota aparte, qué clase de sensibilidad y ojo tendría nuestro Paco, que a la escena plasmada, sustraía con maestría sin igual, su esencia y personalidad, el más exiguo aspecto fisiográfico y las connotaciones paisajísticas de la estación del año que fuere. Qué clase de transmisión fluctuaría entre Paco y el paisaje que fue capaz de confinar en cada diapositiva la más sublime paleta de los colores del atardecer, el tenue reflejo de los rayos del astro Sol sobre la lámina acuosa de charcas, pozas y lagunas, y el gradiente de irradiación de las íntimas y abnegadas puestas de Sol sobre la dentellada alineación de Líbar, sobre las meritorias dehesas rondeñas, sobre las prolíficas campiñas de la meseta, sobre las fragosas laderas del Valle del Genal, sobre los alcornocales del Pantanillo o sobre los altivos oteros de su paradigmática Sierra de las Nieves.
Si para las mañas de la imagen fue genial y peculiar, qué decir del Paco de las letras, del poeta abstraído por la belleza sin par de su amada Serranía de Ronda; del artista inspirado por las musas Calíope, Talía y Urania… del hombre creador cuyas letras destilaban esencias de plantas aromáticas, olores a tierra mojada y efluvios de huerta y jardín. En la portada de su colección titulada “Árboles” figura el siguiente el poema:
Árboles de mi Tierra,
Armonía y Belleza.
Árboles de mi vida,
Humildad y nobleza
Árboles amigos,
mensajeros del cielo
y alegres compañeros
de un viaje inmenso
En el contexto del Universo, Paco entendía al ser humano como una pieza más del mismo, sin más relevancia que otros elementos de nuestra casa común, la Gea. Nos hablaba del sentido conceptual del Cosmos, de la armonía y de los valores regentes en las almas de los todos los seres vivos e inertes. Todo tiene una explicación y una lógica, todo tiene un fin y una meta. Estas eran algunas de las reflexiones del Paco filósofo, la del hombre preocupado por el Ser y la Existencia; la del hombre henchido de humanidad que sabía lo ínfimo y minúsculos que somos en el plano de la Creación. Razón no le faltaba cuando advertía lo banales que podemos llegar a ser enfrascados en inútiles e infructuosas luchas materiales y espirituales que alteran la convivencia. El amigo Paco sentía una especial predilección por las causas perdidas y los pueblos subyugados. De su pluma emanaron numerosos alegatos contra la sin razón humana, la que lleva a someter a otros pueblos, a eliminar su cultura, su lengua, sus tradiciones, la que lleva a destruir de manera irracional los recursos naturales. En un artículo de Rafael Muñoz, miembro de la Asociación Astronómica Abbas Ibn Firnas, publicado en La Voz de Ronda, recordaba éste la entrega por parte de Paco, antes de iniciar una de su proyecciones, de unas hojillas que literalmente expresaban: “Mis queridos amigos, compañeros de viaje por los senderos del Universo, por los senderos del vivir, antes de iniciar esta charla sobre la Astronomía quiero hacer unas consideraciones que creo son necesarias para darle su auténtica dimensión y sentido. Al hablar del Universo nos referimos al todo, a toda nuestra existencia, a la vida misma; el Universo no eso sólo ese cielo estrellado que contemplamos en las hermosas noches de nuestra tierra, es el Sol, la Tierra y todos los seres vivos que en ella habitan; es el sonido del viento a través de los pinos, el rumor de las aguas, esa bella melodía, la sonrisa de un niño, esos ojos maravillosos, esa multicolor puesta de Sol… lo es todo. No miremos al Universo como algo que está ahí fuera, como meros espectadores de un maravillo espectáculo; hemos de sentirnos como parte integral del mismo; el Universo está en nosotros mismos, esa maravilla está en nuestro interior y en todo lo que nos rodea”. En dicho artículo, también comenta Rafael el entusiasmo desmedido de Paco en una noche de noviembre en el puerto del Monte, avistando la lluvia de estrellas de las Leónidas, cuando “por unos momentos hubo un pico de uno a más meteoros por segundo y todos estábamos alborotados”, entonces “Paco saltaba y gritaba como un chiquillo: ¡¡otra, otra, otra!!”.
Como hombre enamorado de su tierra, nunca fue ajeno a las agresiones medioambientales y fue un ardiente defensor de las minorías étnicas, sobre todo la de los pueblos indígenas sujetos a la barbarie y explotación de las llamadas culturas civilizadas. En este caso, sentía cierta predilección por las tribus indoamericanas y no dudaba en propagar con su incomparable caligrafía, los mensajes de auxilio que muy certeramente extrapolaba, como si de un adivino se tratara, a la vorágine inmobiliaria que nos vino y que posteriormente nos sumergió en la profunda crisis económica y de valores en la que nos hallamos inmersos. Paco practicaba aquello mil veces dicho de “piensa global, actual local” y de ahí se desprende que no fuera ajeno a las patrañas urbanísticas y ambientales que ha venido sufriendo nuestra Serranía. Siempre fue honesto en este sentido y argumentaba su postulados aunque ello le valiera el desprecio y la crítica desaforada de algunos que, ahora, fíjense por donde, o están imputados o viven en la cárcel. Con el Paco reivindicativo se podría estar de acuerdo o no, pero el siempre hizo gala de una educación exquisita, con el grito en el cielo, pero sin insultos frívolos. Siempre defendió el paisaje y paisanaje de la Serranía con firmeza y bajo las armas de la razón.
Fue autor asiduo en numerosas publicaciones, ya fuera como colaborador o como ilustrador de los mismos. Su producción literaria, la propia, fue igualmente pródiga, y de entre ella me quedo con una editada en el año 2000 titulada “Cuadernos de Roldán”, donde deja patente una sensibilidad exquisita por los temas escolares de su niñez y, sobre todo, su amor incondicional al pueblo que lo voy nacer: Arriate. Uno de sus trabajos más importantes fue el “tomo IV. Medio Ambiente. Capítulo Espacios Naturales de la Serranía de Ronda”, en el que compartió autoría con Daniel Montilla, Gerardo Sierra y Lola Morales; además, en dicho libro, añadió espectaculares fotos, preciosos dibujos y lindas poesías sobre la belleza de medio que nos rodea. Otro título importante que debemos agregar es el de “Cuadernos de Histología Vegetal”. Especial significación, por ser una producción única e irrepetible, es el material elaborado para el seminario de ciencias naturales del instituto de bachillerato Pérez de Guzmán de Ronda. De su marcada personalidad darán cuentan ilustres personalidades del mundo de la cultura, las artes y las ciencias; sirvan de ejemplo las palabras que le dedica Don Antonio Garrido, Hijo Predilecto de la Ciudad de Ronda, que dice en un extraordinario artículo: “De Paco nos acompañará siempre el recuerdo de su bondad, de su sabiduría, de sus habilidades y el de su inefables atiborradas alforjas, hasta arriba colmada de logros, de proyectos, de sueños cumplidos, mostrándonos un camino que muchos emprenden pero que sólo unos pocos, como él, acaban recorriendo”.
El prestigioso científico andaluz Juan Pérez Mercader, considerado entre los mejores del mundo en el campo de la astrobiología, actualmente desarrollando su magisterio en la Universidad de Harvard, en Estados Unidos, comentaba: “Nos conocíamos de hace muchos años, cuando el estudiaba biológicas y yo físicas en Sevilla. Me pareció un tío creativo, comprometido y muy cariñoso. Guardo en Madrid, junto con mis libros, algunas cosas que me envío, incluyendo alguno de sus magníficos dibujos y creo recordar que algo referente a las aves de Ronda, incluida la chova piquirroja (grajos para entendernos), sobre la que en una de mis visitas echamos un rato hablando de ella”. Su innovadora metodología pedagógica, como ya hemos indicado, no pasó inadvertida y fue elogiada, como lo demuestra en un artículo Agustín García Matilla, decano de la Facultad de Ciencias Sociales, Jurídicas y de la Comunicación del Campus de Segovia en la Universidad de Valladolid, titulado “Educación, televisión e infancia. La Imprescindible reconquista de las utopías perdidas”: Paco Marín, de Arriate (Málaga), es profesor de Ciencias Naturales. Su objetivo principal es conseguir que sus alumnos amen la naturaleza por encima de todo, la conozcan de cerca y sobre todo, que sean buena gente. Desde hace muchos años lleva a cabo su acción educativa en un instituto de Ronda en turno de noche. Su vocación pedagógica le lleva a aplicar una metodología innovadora que sirva para la vida. Parte: del sentido común y de algo tan fundamental como es, el ser capaz de escuchar a sus alumnos y buscar los centros de interés de su disciplina en aquellos contenidos que motivan individualmente a los escolares o que incluso surgen de la propia iniciativa del grupo. Los lleva al campo a observar la naturaleza, les sugiere trabajos que exigen de su observación curiosa. Con Paco no hay fracasos escolares, no hay alumno o alumna que haya pasado por sus clases y que transcurridos los años no lo siga recordando como un maestro que enseñó cosas útiles para la vida. Como muchos buenos maestros, Paco no necesita “examinar” y sí lleva un control individualizado de cada alumno. A cada cual le pide cuentas según sus capacidades, y busca que el propio individuo explote al máximo sus valores y cualidades”.
El gran paisajista Fernando González Bernáldez, catedrático de ecología en la universidad de Sevilla y en la Autónoma de Madrid, quien le profesa gran afecto aseveraba: “ambos somos mejores dibujantes que biólogos”. Tampoco deja de rendirle tributo el insigne botánico Baltasar Cabezudo, catedrático de botánica en la universidad de Málaga y editor entre otros del “Acta Botánica Malacitana”, a quien oímos decir en la entrega del premio de la Junta Rectora del Parque Natural Sierra de las Nieves en 2008 a nuestro amigo Paco, la siguiente alabanza: “La mayoría de tus compañeros biólogos nos dedicamos a aprender, tú te dedicaste a enseñar”.
Para comprender la verdadera naturaleza humana de Paco, su extremada sensibilidad hacia los seres vivos y su ignoto carisma, baste citar las siguientes palabras del profesor y biólogo Andrés Rodríguez, con quien mantuvo una estrecha relación: “Para mí fue un orgullo compartir con él una afición por encima de nuestras coincidencias: a ambos nos encantaban las hormigas. Poca gente sabe que tuvo un hormiguero natural viviendo varios años en su coche. Hormigas a las que daba de comer y observaba horas enteras en su idas y venidas entre periódicos viejos, trozos de rocas y minerales, los inevitables yesos, ramas, cortezas, flores frescas y chucherías, cardos de todos los tamaños y formas, cereales silvestres, frutos secos y un sinfín de restos biológicos que, homogeneizados por una espesa capa de polvo, formaban una verdadera selva que debería ser extraordinariamente difícil atravesar a las pobres y minúsculas hormigas. Podemos imaginar la disyuntiva de Paco, si las hormigas habían elegido su coche para vivir, no podía echarlas, pero lo que tampoco estaba dispuesto a hacer era limpiar el coche, eso nunca, tampoco dejarlas morir de hambre en aquel laberinto andante; por lo tanto, lo mejor era darles de comer los restos de su único vicio: los pasteles. Estaba convencido que el hormiguero nació a partir de una reina fecundada que había anidado en una rama de alcornoque que Paco cogió un día en la Nava de San Luis, y como tantas cosas, quedo depositada en aquel almacén-laboratorio-museo-zoco de medina marroquí, que era su coche”.
Nos quedaremos pues con el recuerdo del Paco despistado, atemporal, caprichoso, perfeccionista, curioso, generoso, tolerante… el que iba y venía de acá a allá en su mítico Suzuki Verde, el de los almanaques de Silvema, el Paco de las alforjas y pinceles, el de las tertulias en el bar los Cazadores o la Venta el Abogao, el amigo de los animales, los bichos, las plantas, los hongos y las piedras; el colega de sus amigos y de los desfavorecidos, el que no dudaba junto a su hermano espiritual, Cayetano Arroyo, en disponer parte de su sueldo para asistir a los que más lo necesitaban; el que no se no se lo pensaba dos veces para colaborar altruistamente si la causa era noble, el que regalaba libros como un bien preciado para el conocimiento y la autoformación, el de los dibujitos en servilletas de papel, el de los tres pisos alquilados para aguardar todos sus dibujos, pinturas, piedras, minerales, libros, plantas, huesos, diapositivas, fósiles… todos revueltos, en aparente caos, pero perfectamente ordenados en su mente.
Yo me congratulo de haber formado parte de su círculo de personas amadas; estuvo en los mejores momentos de mi vida; la primera, cuando de adolescente le conocí personalmente y de casualidad en la cañada del Cuerno. Lo goce en numerosas rutas, en las proyecciones, en sus charlas, ponencias y tertulias. Estuvo con nosotros en el día de mi boda, en las rutas de Pasos Largos y cuando le entregamos el Bastón Senderista del Año 1997. No faltó a la presentación de mi primer libro sobre la Sierra de las Nieves y a la de otros títulos que llevan su impronta. Tampoco olvido algunas tardes de ensueño en la laguna de Alberca, disfrutando de las encinas y del atardecer, del vuelo pausado de unos ánades, de las primeras estrellas y del canto armónico de cientos de ranas. En tan maravillosa dehesa puede hacerle la foto que preside este salón… y como no, me congratulo de estar hoy aquí, dando fe de su valía personal y profesional.
Paco, sí, ya lo sé, te he oído decir esa frase que siempre espetabas cuando alguien te largaba un piropo o un elogio: “me voy, que tengo muchas cosas que hacer”. Paco, vuela, viaja envuelto en tus fantasías de colores, toma tu alforja y no olvides los pinceles; sal, inmiscúyete por cualquier resquicio de este recio edificio y navega por las huertas del Tajo hasta confluir con el Guadalcobacín; remonta después por el Llano de la Cruz y saluda a tu amigo Cayetano; sube al cerro de las Salinas y disfruta de la más bonita panorámica de tu querida y añorada Arriate. Allá, en lontananza, que bonita se perfila la antigua mesa de Acinipo; lo sé amigo, que buenos ratos te brindó tan majestuoso escenario contemplando astros, estrellas, constelaciones, cometas y sueños perdidos. Recuerda pasar por Nador y embriágate de los aromas de los frutales de la huerta; embelésate después, pero no mucho tiempo, en ese sin par laboratorio de la historia geológica de la Serranía que es el arroyo de la Ventilla; deja alguna lágrima en Alberca, que yo ya la dejé, y pasa de largo por Merinos. Allá, a lo lejos, ciertamente, con ansia te espera tu Sierra de las Nieves y una mesnada de pinsapos y quejigos ávidos de acurrucarte. Abrígate bien, que hace frío. Oye apaciblemente como te susurran una íntima canción de cuna tus amigos búhos y cárabos; descansa plácidamente y cierra mansamente los ojos mientras una corte de lirones, autillos y ratoncillos velan por tu sueño.
Queridos compañeros de Corporación, creo que ha quedado probada con total solvencia la enorme valía humana y profesional del profesor Francisco Marín Bustamante y en virtud a ese cúmulo de méritos imperecederos, me baso para defender el nombramiento de nuestro querido Paco como HIJO ADOPTIVO DE RONDA
SE NOS FUE EL HOMBRE, EL ARTISTA DE LA NATURALEZA, EL AMIGO, EL PROFESOR, PERO SU HUELLA Y LEGADO PERDURARÁN A TRAVÉS DE LOS TIEMPOS
Buenas noches
Rafael Flores Domínguez
Quinto Teniente de Alcalde
Concejal delegado municipal
Áreas de Medio Ambiente y Montes
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