FAUNA DE LA SERRANIA DE RONDA: Mantis acorazada, Mantis africana
Andrés Rodríguez González Septiembre 28th, 2016
FAUNA DE LA SERRANIA DE RONDA
Mantis acorazada, Mantis africana. Sphodromantis viridis
Se trata de un insecto de la familia Mantidae (Mantis) ampliamente distribuido por la Serranía de Ronda. A veces, cuando el otoño se retrasa es fácil de localizar estos insectos deambulando entre las hierbas secas o en zonas de cultivos de huertos, tierra, ramaje o tallos de plantas. Son seres de hábitos diurnos. Es una especie que se adapta bien al entorno en que vive. Podemos encontrarla tanto en zonas de matorral, con clima muy seco, como en jardines y bosques con mayor contenido en humedad ambiental. En general podemos encontrarla en ambientes en los que exista una buena cantidad de insectos de los que alimentarse.
Las mantis son de color verde o pardo, pudiendo tomar diversas tonalidades intermedias.
Esta Mantis es identificable por los puntos u ocelos blancos bien visibles sobre los élitros o alas quitinosas. Las hembras son algo mayores, pueden llegar hasta los 9 cms, mientras que los machos apenas llegan a 7 cms. Como todos los insectos, el cuerpo de la mantis se compone de tres partes: cabeza, tórax y abdomen.
La cabeza es muy corta en comparación con el toráx y abdomen, está provista de antenas, fuertes mandíbulas y un par de ojos compuestos grandes. La cabeza gira fácilmente hasta 180 grados.Tienen tres pares de patas, los dos pares de patas posteriores son marchadores, mientras en par delantero está adaptado a la actividad predadora. Estas patas poseen dos características notables, en primer lugar la forma de articularse y en segundo lugar el conjunto de pinchos o espinas de su cara interna. Estas peculiaridades facilitan la retención de las presas capturadas por estos animales. En reposo o en actitud defensiva, la mantis mantiene las articulaciones de las patas delanteras plegadas, dándole al animal el aspecto de estar rezando, de ahí el apodo de “mantis religiosa” con el que en algunos lugares se le conoce. El abdomen es alargado y algo globoso. Sobre este descansan los dos pares de alas, el primero de aspecto recio, quitinoso, con un gran ocelo blanco en cada uno de ellos y está destinado a proteger al segundo par de alas de aspecto membranoso, que es el que proporciona a la mantis la capacidad de volar.
Es una especie africana con incursiones en el sur europeo, especialmente en la mitad sur la Península Ibérica.
La mantis es un insecto depredador, tiene una dieta exclusivamente carnívora, siendo su principal fuente de alimento otros tipos de insectos y arácnidos. Acecha a sus víctimas inmóvil en algún arbusto, o matorral. Para cazar goza de un sentido de la vista muy desarrollado gracias al enorme campo visual que le facilitan la gran movilidad de la cabeza junto con sus grandes ojos compuestos. Mantiene el par de patas anteriores plegadas y juntas mientras espera para atacar, por lo que parece que está rezando. Una vez localizada la presa, la mantis se muestra como un insecto muy ágil y veloz en sus movimientos. Para capturar a sus presas estira velózmente el conjunto articulado de sus patas anteriores, plegándolas y retrayéndolas rápidamente entorno al tórax o abdomen de la presa. Las espinas de los bordes y caras internas de estas patas facilitan la prensión de la víctima. Las mantis devoran con sus fuertes mandíbulas a sus presas inmediatamente después de su captura.
Durante el verano tiene lugar el apareamiento. Este es complejo y no exento de problemas, principalmente para el macho que frecuentemente suele acabar devorado por la hembra. El apareamiento comienza con la emisión de feromonas (sustancias químicas volátiles que pueden ser detectadas por otros especímenes a mucha distancia) por parte de las hembras y que son captadas por los machos, que son más ágiles volando. La cópula comienza con una aproximación muy cautelosa del macho y siempre por atrás, una presentación frontal normalmente acaba con la predación del macho. Después de varios tanteos e intentos, el macho queda fijado a la hembra, quedando este muy atrás, evitando de este modo un ataque fatal por parte de la hembra. A partir de este momento el macho comienza a depositar sus espermatozoides dentro del abdomen de la hembra. Con frecuencia la hembra se come la cabeza del macho, quedando este decapitado. Parece ser que este hecho estimula la capacidad reproductiva del macho. El apareamiento puede durar unas dos horas. Al final de la cópula la hembra puede terminar de devorar al macho o bien dejarlo, en el segundo caso si el animal está decapitado puede vivir hasta 24 horas más. Cada hembra puede ser fecundada por más de un macho. La hembra deposita, a final de verano o en otoño, sus huevos en montoncitos espumosos llamados ootecas, que ata a las ramitas o coloca debajo de piedras y maderas. La espuma se endurece pronto, lo que protege los huevos hasta que se abren sobre los meses de abril-mayo. Cada saco puede albergar entre 200 y 300 huevos. El tiempo de incubación suele ser de unos 6 meses. Por lo tanto el ciclo vital de una mantis es inferior a un año.
Las mantis cuando nacen, lo hacen en estado de ninfa, mudan su envoltura hasta 6 veces antes de convertirse en ejemplares adultos. Para ello se suspenden de alguna ramita, hacia abajo. El color del medio en el que habita durante su última muda determina el color del adulto.
Las fotos magníficas como todas las suyas, son de José María Canca a quien agradezco su cesión para publicarlas.
Bibliografía
www.granadanatural.com