Andrés Rodríguez González Agosto 6th, 2023
FAUNA DE LA SERRANIA DE RONDA
Mantis religiosa. Santateresa. Mantis.
La foto es de la especie de mantis llamada Empusa pennata
Los nombres comunes con los que se conocen hacen referencia a esa presunta actitud “devota” con la que posicionan sus patas delanteras, hace que parezca que está rezando una oración.
La ciencia ha descrito más de 2.400 especies todas popularmente nombradas como Mantis religiosa. Poseen una amplia gama de formas y colores.
Las mantis es un insecto perteneciente a la familia de los Mantidae. Forma parte de la orden Mantodea.
Debido a que camuflarse supondrá la diferencia entre sobrevivir o perecer ante depredadores, la mantis religiosa ha desarrollado a lo largo de su proceso evolutivo una serie de características que hacen que su mimetismo con el ambiente sea prácticamente perfecto. El cuerpo de las mantis es alargado y fino, de 4 a 7,5 centímetros de longitud. Lo habitual es que presenten dos pares de alas, aunque algunas especies presentan alas vestigiales, o directamente carecen de ellas, sobre todo se da en las hembras, y quizá esta constituya la única diferencia observable entre sexos. Si tienen alas, las anteriores serán más duras, protegiendo así a las posteriores. Presentan un único oído situado en su tórax. Sus características patas están plegadas cuando no está cazando, presentando entre una y dos filas de espinas, las cuales son las responsables de que escapar de ellas sea prácticamente imposible.
La cabeza de la mantis religiosa es triangular y puede girar hasta 180°. Presenta un total de 5 ojos, 2 compuestos y 3 sencillos repartidos entre los otros dos. Los más grandes son capaces de distinguir colores y se encuentran en los extremos superiores del triángulo invertido que forma la cabeza; los tres ojos pequeños se denominan ocelos y solo pueden detectar cambios en la intensidad lumínica, complementando a los otros, y suelen estar agrupados en la parte central de la cabeza.
Respecto al color, suele ser verdes o marrones, para así confundirse con las ramas y hojas de los lugares donde habita. El color determina su lugar de residencia. Por ejemplo, si es marrón lo hará sobre los troncos, mientras que si es verde vivirá sobre el follaje.
A medida que los días se acortan en el verano del hemisferio norte, solo atienden a dos cosas, comida y sexo.
A veces, estos dos intereses se entrecruzan de forma muy bestial. Por el lado de la comida, las mantis atacan como cazadores muy activos, calibrando sus movimientos para capturar de manera más eficiente a su presa. Entre las tácticas de caza más llamativas, una especie de mantis adopta una estrategia de mimetismo que la convierte en la primera especie documentada que imita, en coloración, comportamiento y morfología, a una avispa de colores llamativos.
En el lado del sexo, el cortejo de las mantis religiosas puede ser una aventura peligrosa, se ha documentado que las hembras arrancan la cabeza y devoran las partes del cuerpo de los machos con los que se aparean. Sin embargo, la frecuencia de dicha violencia podría haberse exagerado, porque no todas las mantis religiosas canibalizan a sus parejas, quizá ocurra si la hembra está pasando hambre o el macho la irrita, pero no siempre lo hacen. De hecho, los estudios de especies que canibalizan a sus parejas han determinado que las hembras devoran a los machos solo entre el trece y el veintiocho por ciento de los casos. Pero no siempre ser devorado es tan malo como parece, sobre todo para la especie. Así un estudio publicado en 2016 determinó que, cuando las mantis chinas hembra consumen a sus parejas, obtienen aminoácidos importantes que se incorporan a los huevos que ponen. También parecen poner el doble de huevos de los que pondrían normalmente tras canibalizar al macho. De forma que, aunque para el macho sería mejor sobrevivir y aparearse con varias hembras, sus nutrientes le dan más probabilidades de que se transmita su ADN a la siguiente generación.
En algunos casos, las mantis religiosas macho suponen una parte importante, si no la mayoría, de la dieta de una hembra durante la época de apareamiento. Estos insectos también devoran muchos más animales, como aves. Se ha observado a mantis religiosas devorando aves en todos los continentes salvo en la Antártida. En total, se ha observado a 12 especies diferentes de mantis alimentándose de 24 tipos diferentes de aves, siendo los colibríes las presas más habituales. El comportamiento caníbal de la mantis religiosa tiene una explicación biológica, puesto que es debido a que en esa época de celo las hembras se vuelven extremadamente agresivas, es por ello que a veces no esperan ni a que la cópula termine, ya que cuando devoran al macho lo hacen comenzando por su cabeza, preservando intacto las partes de su sistema nervioso encargadas de llevar a cabo la fecundación. Así de metódicas resultan las mantis, incluso guiadas por la ira son capaces de distinguir qué devoran y qué no.
Una vez llevada a cabo la gestación, la mantis deposita entre 100 y 300 huevos, además segrega una especie de espuma, llamada ooteca, que los protege. Esa puesta será ya en otoño y suelen realizarla en lugares resguardados como ramas u hojas, siempre tratando de ocultarlos para garantizar que se inicia el ciclo de vida de la mantis religiosa con éxito.
Las mantis tienen un método bastante cruel para devorar a sus presas, empiezar por la cabeza. En muchos casos, los insectos perforan la cabeza de las aves y se alimentan de sus cerebros. En su dieta se incluyen también ranas, lagartos, salamandras, tritones, musarañas, ratones, serpientes, tortugas pequeñas de caparazón blando e incluso se tiene documentación de que han devorado hasta murciélagos de pequeño tamaño cuando se acercan a ellas, al ser capaces de detectar las frecuencias ultrasónicas que los murciélagos utilizan para cazar. Usando un órgano similar al oído en el centro del pecho, pueden escuchar sonidos por encima de los 20 000 hercios, fuera del rango auditivo humano. Al detectar la serie de sonidos que emplean los murciélagos para aproximarse a sus presas, pueden cambiar su trayectoria de vuelo realizando una espiral descendente, evitando que las capture.
Es muy improbable que puedan hacer daño a los humanos. Las mantis religiosas no son venenosas y no pueden picar. Tampoco son portadoras de enfermedades infecciosas. Aunque algunas variedades como la especie de África oriental Leptocoloa phthisica pueden alcanzar los 25 centímetros de largo, tienen la boca muy pequeña, de tal manera qué si una mantis religiosa mordiera un dedo humano, no producirían lesiones graves por no tener unas mandíbulas lo bastante fuertes.
Normalmente tienen las alas plegadas y no son visibles, a no ser que estén quietas e intenten abalanzarse sobre presas desprevenidas
Además de su talento auditivo, estos animales poseen unos ojos de los más perfectos de la Naturaleza, a diferencia del resto de insectos, pueden ver en tres dimensiones. Para los humanos y animales más complejos la visión en 3D es muy costosa y requiere muchos millones de neuronas. Pero las mantis, que solo poseen un millón de neuronas (frente a las 100.000 millones del cerebro humano) han diseñado una forma de hacerlo muy eficazmente.
Sin embargo, su visión 3D funciona de forma totalmente diferente a la nuestra. En un estudio publicado en 2019, un equipo de investigación capitaneado por Nityananda, colocaron a mantis religiosas unas gafitas 3D, como las que usan los humanos en el cine. Las lentes de colores diferentes permitieron a los investigadores mostrar a los insectos dos imágenes a la vez y, a continuación, documentar su reacción. Al final, quedó claro que la visión 3D de la mantis religiosa se basa en el movimiento. En su posición como depredador que acecha inmóvil, como una mantis religiosa, la imagen del fondo es tan importante como la parte de la imagen que se mueve. Las mantis con su visión 3D son capaces de sopesar a qué distancia se encuentra su presa antes de intentar capturarla y sin moverse, ya que cualquier movimiento alertaría a la presa.
En cuanto a los orígenes evolutivos de esta singular especie, se han hallado fósiles en las estepas siberianas que, según se han datado, tienen más de 135 millones de años de antigüedad. A raíz de diversos estudios se ha establecido que es probable el parentesco de las mantis con las cucarachas y las termitas, a la vez que con los saltamontes y los grillos, aunque estos últimos serían parientes bastante más lejanos.
Aunque su origen se encuentra en las zonas de clima templado de Asia, Norte de África y Europa, este insecto se ha expandido por el todo el mundo. Se ha establecido en lugares tan distantes de los originales como Norteamérica u Oceanía. Suelen habitar en zonas de matorral y bosques caducifolios.
Las primeras mantis llegaron al continente americano en 1899, fue a través de la exportación de plantas desde Europa y Asia para el comercio. Una vez que llegó al Nuevo Mundo, la mantis religiosa se propagó rapidamente, alcanzando cada rincón del continente americano.
La mantis se adapta incluso a la vida en cautividad, pues cumplen tanto funciones de mascota como de agentes de control de diversas plagas en huertas y sembrados.
Bibliografía
https://www.nationalgeographic.es/
https://www.expertoanimal.com/
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