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Otros Naturalistas en la Serranía de Ronda. A. Barbey

Andrés Rodríguez González Julio 10th, 2018

Otros Naturalistas en la Serranía de Ronda.

A. Barbey

 La amputada década de los años 30 del siglo pasado supuso un gran desarrollo en la protección medioambiental de Andalucía en general y particularmente de la Serranía de Ronda.

Historicamente la visita de Barbey se enmarca en el final del reinado de Alfonso XIII y la Dictadura de Primo de Rivera, son “los años veinte” y  la “belle epoque”, un periodo de crecimiento económico en el que se tradujo en Andalucía algunos avances sociales como las comunicaciones, la educación pública o las primeras obras hidráulicas de cierta importancia como el Embalse de Montejaque construido entre 1930 – 1933. Pero con un efecto negativo muy importante, crecen considerablemente las cabañas ganaderas, en nuestra comarca vuelven a aumentar  especialmente las de caprino y ovino, que ramonean intensamente a sus anchas en las zonas montañosas, precisamente en los montes donde se desarrollan los pinsapos. En contraposición, la llegada de Boissier coincidió con uno de los periodos catastróficos en lo social, económico y medioambiental que han asolado España reiteramente.

En los años veinte y comienzos de los treinta se sentaron las bases de las políticas de protección que en las últimas decenas de años de la época actual se tradujeron en la amplia red de Espacios Protegidos que existe en la comarca y en Andalucía. Y no quiero decir con eso que yo me dé por satisfecho con lo que ahora existe; es necesario avanzar más sobre todo con los retos que el cambio climático nos  está planteando, concretamente como afecta a la conservación de nuestra joya botánica por excelencia: El Pinsapo.

En aquella época gloriosa para la protección ambiental de los referidos años treinta se publicaron diversos materiales que reactivaron el interés por la conservación delmedio. Precisamente unos años antes, la comarca de la Serranía de Ronda,  había levantado un gran interés en el ámbito científico y cultural con personajes como Simón de Rojas Clemente Rubio, Lagasca, Cavanilles, Charles E. Boissier, Antonio Laynez,  entre otros. En esos años treinta se publican artículos científicos fundamentales como los de Cuatrecasas y libros muy importantes como los de de Luis Ceballos sobre la vegetación forestal de las provincias de Cádiz y Málaga, para la primera provincia citada, escribió en colaboración con Manuel Martín Bolaños y para la provincia malagueña con Carlos Vicioso.

En 1931 se publica en Paris un libro fundamental titulado “A travers les forêts de Pinsapo d´Andalousie”, tal vez, a causa de que no fue traducido hasta muchos años después, es bastante desconocido incluso para el público iniciado en temas científicos o naturalistas de la Serranía. Es posible que el nombre de su autor A. Barbey,  no nos diga nada, pero si los europeos tuvieran la costumbre  tan española de respetar el apellido de las madres y colocarlo como segundo apellido, este señor desconocido ya sería otra cosa, porque su segundo apellido es “Boissier”. Efectivamente, fue nieto del descubridor científico del pinsapo. Y un nieto orgulloso y apasionado de su abuelo como demuestran las palabras escritas por él al comenzar la redacción de su obra a la que subtitula “Homenaje a mi abuelo”; también las continuas y cariñosas referencias que a su abuelo hace a lo largo de su obra, producto de que emprendiera una especie de viaje homenaje a Boissier que le llevó a los terrenos que su abuelo visitó e incluso a Grazalema, donde nunca llegó el famoso descubridor del pinsapo.

Barbey viene a la Serranía de Ronda siguiendo los pasos de su abuelo, pero no ese el único interés que le atrae, el autor del libro es especialista en Entomología, la ciencia que estudia los insectos; busca entrar en contacto con Manuel Aulló Costilla, director del Laboratorio de Fauna Forestal Española, Piscicultura y Ornitología, padre y primer presidente de la Sociedad Española de Ornitología. A este personaje dedica un insecto que descubre en los bosques de pinsapo, la Dioryctria aulloi, una mariposa parásita de nuestros abetos.

Como otros científicos de la época, Barbey es un hombre de ciencia muy completo, no sólo se preocupa por los insectos, o por la historia de su abuelo en la Serranía, también es un “forestal” importante. Comenta y se nota que le duele, los usos y abusos que del pinsapar se hace en la Andalucía de la época, la escasa consideración que de estos bosques se tiene traducida en un pastoreo excesivo que le obliga a hacer suya un frase de sus compañeros y amigos los científicos españoles Ceballos y Martín Bolaños cuando deja escrito en perfecto idioma español “son muchos los metros cúbicos de madera que las cabras han robado a los pinsapos”. Son las cabras, para Barbey, uno de los principales responsables del deterioro del pinsapar, su falta de continuidad y la ausencia de regeneración del bosque. Pero no sólo las acciones negativas de las cabras le preocupan, también la poda abusiva de ramas de los abetos para fabricar carbón, una práctica habitual y no sólo en los pinsapos, también en encinas y quejigos.  Además, en sus escritos, distingue perfectamente el carboneo anárquico y aniquilador que se realiza en los terrenos comunales de los Montes de Propios del Monte Pinsapar de la Sierra de Las Nieves, del “más regulado” que se practicaba en el pinsapar de Grazalema. Sin duda el que un monte fuera propiedad de la comunidad o de un particular influía poderosamente; desgraciadamente ya se sabe que el  carácter español castiga y esquilma las propiedades comunes  mientras los particulares cuidan lo propio. También analiza las causas naturales que dificultan el crecimiento y la regeneración del pinsapo como la sequía estival y los ataques de insectos, su conclusión es que si no se toman medidas urgentes para atenuar las agresiones humanas contra los pinsapos, estos bosques desaparecerían irremediablemente

Otras aportaciones importantes a resaltar son el aporte de fotografías que Barbey incluye en su libro, algunas han servido para comparar la evolución de los bosques de pinsapos desde su época a la actualidad y también los estudios que realiza sobre los insectos. No debemos  olvidar que Barbey fue un entomólogo de prestigio internacional autor de obras básicas de la materia como el “Traite d´Entomologie Forestière”, un estudio que mereció una mención especial de la Academia de Ciencias de Francia.

En el libro “A través de los Bosques de Pinsapo de Andalucía” despierta una especial emoción  el capítulo dedicado a Boissier y que lleva  por título “Homenaje a mi abuelo”; el autor aporta numerosas referencias personales y detalles enternecedores sobre la vida, el caracter, los viajes y los trabajos de Edmond Charles Boissier. Después Barbey describe los macizos montañosos con pinsapos y las poblaciones de la Sierra de Las Nieves, la Nava de S. Luis y la Sierra del Pinar en un extenso y documentado capítulo para el que, sin duda, le asesoraron Luis Ceballos y Carlos Vicioso.

En las conclusiones de su libro se encuentran propuestas tan contundentes como “el único medio, el más urgente, el más fácilmente realizable para asegurar la salvaguarda del pinsapar es alejar los rebaños casi nómadas de cabras, en cualquier caso más numerosos en las Sierras de Ronda”. También expresa el deseo de “crear, lo antes posible, en las Sierras Andaluzas, reservas forestales…”, y continúa “…es el deseo sincero que formula el nieto de Edmond Boissier, naturalista apasionado de la flora española”.

Sin duda un nieto que sería el orgullo de su abuelo, el gran Boissier y que contribuyo con su difcusión a la posterior llegada de la protección en forma de Espacios Naturales Protegidos para los pinsapares.

 

Bibliografía

A través de los bosques de pinsapo de Andalucía. “A travers les forêts de Pinsapo d´Andalousie”.  A. Barbey

Edita la Agencia de Medio Ambiente de la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía.

Traducción de Fernando Díaz del Olmo sobre el libro original editado en Paris y en Gembloux en el año 1931

Sevilla 1996.

 

Naturalistas en la Serranía de Ronda: Simón de Rojas Clemente y Edmond Boissier

Andrés Rodríguez González Abril 8th, 2018

Capítulo 5.-

Edmond C. Boissier, el botánico y Simón de Rojas Clemente y Rubio, el agrónomo: Dos científicos unidos por los pinsapos.

La referencia bibliográfica de García Guardia (1) es un ejemplo más del convencimiento del mundo botánico hispano hasta bien entrado el siglo XXI, que Simón de Rojas Clemente y Rubio había perdido la herborización realizada en “su viaje por la Serranía de Ronda y de sus observaciones hechas en el reino de Sevilla en 1.807, 1.808 y 1.809…”; pero no sólo fue García Guardia, casi todos los autores que escribieron sobre flora andaluza y española recogen la frase anterior de  Mariano de Lagasca y Segura, el botánico más ilustre de comienzos del siglo XIX, que además aseguró haber sufrido la destrucción de “lo más selecto de mi herbario y biblioteca y lo que es más, todos mis manuscritos, fruto de treinta años de observaciones”(2).Pero la transcripción del material elaborado por Simón de Rojas en sus viajes a Andalucía entre 1.804 y 1.809 para escribir una Historia Natural del Reino de Granada por parte de A. Gil Albarracín en el año 2.002 (3), han permitido una visión diferente a la que todos los investigadores y aficionados teníamos del tema.

Bien es cierto que la brutal represión desencadenada por Fernando VII en Madrid, extendió por toda España el ambiente antiliberal y anticientífico. En Sevilla, el 13 de Junio de 1.810,las turbas arrojaron al río Guadalquivir gran parte del conocimiento botánico de la época en forma de herborizaciones y de notas científicas del gran Lagasca.  Pero, contrariamente a lo que se ha pensado durante doscientos años, el material de Simón de Rojas no desapareció en el Guadalquivir, al menos la mayoría se salvó para  permanecer, olvidado y cubierto de polvo en los sótanos del Real Jardín Botánico de Madrid. El error parte de las palabras de Lagasca que escribió “…Sevilla es el sepulcro de varias producciones útiles de ciencias naturales. Allí perdió Clemente el resultado de su viaje por la Serranía de Ronda…”.

Clemente en sus viajes por Andalucía  para escribir la Historia Natural del Reino de Granada, había visto y nombrado el “pinsapo”. Concretamente, el 28 de agosto de 1.809 en la subida desde Grazalema al Pico de S. Cristobal, cita al Abeto como el árbol más común que todos juntos, llega hasta muy cerca de la cumbre.” .“El pinsapo sólo sirve  para tablas y vigas de casa y para leña”. “El guarda sólo custodia el quejigo, el alcornoque y la encina”. Más explícito es en sus manuscritos del 5 de septiembre de ese mismo año, al relatar en el tramo del camino entre Ronda y Tolox: “Entramos luego en el pinar en que hay algunos quejigos y todo lo demás pinsapos. Se parecen algo estos vistos a cierta distancia al ciprés por lo oscuro de su color y por su forma cónica, bien que el cono es de base más ancha y muy poco prolongado. Sus ramas salen casi horizontales y cuelgan por la punta arqueándose algo. Aquí se crían más altos (hasta más de 40 varas) que en el Pinar, al parecer por que a éstos del Pinar les cortan la guía de jóvenes para palas de hornos y otros usos, y los hay bastante gruesos. Uno de ellos, que llaman de las siete vigas, tiene en efecto siete ramas que suben muy altas y casi iguales muy perpendiculares, partiendo en cerco y con simetría alrededor del centro del tronco, que esta ileso; fenómeno hermoso que no deja de ser notable y que llama la atención cuantos pasan por este camino, hallándose por fortuna junto a él, a la izquierda, poco antes de llegar al Puertecillo de las Ánimas”. (3)

Así pues, Clemente, conoce y nombra el Pinsapo en 1.809, 28 años antes de la llegada de Boissier a Andalucía. Ya Calera y Montilla (4), en su estudio sobre el Pinsapar de Grazalema,  hablaron de esta posibilidad antes de la transcripción de Gil Albarracín, para ellos y cualquier conocedor de la personalidad de Simón de Rojas es imposible pensar que a una persona tan meticulosa, trabajadora y concienzuda como él se le escapara la presencia de un árbol tan llamativo como el pinsapo.

Una parte del material recopilado por Simón de Rojas Clemente si desapareció víctima de las revueltas populares, pero no el grueso del trabajo que Clemente guardaba celosamente, junto a otras cosas en su casa, Es el mismo Clemente quien escribe las siguientes palabras: “…los disturbios públicos me hicieron perder riquísimas colecciones fruto de una expedición hecha a tanta costa, así en Sevilla, como en toda la Andalucía Baja, y muchísimos apuntes importantes. (3).

Cuando muere Clemente, en 1827, diez años antes de que Boissier llegue a España, se ordena por medio de una real orden a la Directiva del Real Jardín Botánico (Institución de la que Clemente fue Bibliotecario y Presidente de la Junta Directiva entre otros cargos),“…se trasladen, sin pérdida de tiempo, de la casa mortuoria de Don Simón de Rojas Clemente los manuscritos, minerales y demás efectos pertenecientes a la Historia del Reino de Granada…“ . Sin embargo en el recibo no aparece referencia a los manuscritos que, doscientos años después fueron encontrados en los sótanos del Jardín Botánico apilado en ocho gruesos tomos encuadernados en pergamino.

 

 

Boissier, camino de regreso  a su tierra suiza después de su viaje por Andalucía, en octubre de 1837, descansa brevemente en Madrid, aprovecha para ver el Real Jardín Botánico y complementar algunas de sus observaciones botánicas, pero sobre todo, es la ocasión de visitar al venerable Lagasca, algo que le había encargado especialmente su maestro, Agustin-Pyrame de Candolle, profesor de la academia de Ginebra donde Boissier había realizado estudios. Encuentra Lagasca muy mayor y deteriorado; era un anciano que había vuelto de su exilio en Londres donde había partido con el regreso absolutista provocado por los Cien Mil Hijos de S. Luis, exilio desde 1823 hasta 1834. Tan sólo tres años antes de la llegada de Boissier, el venerable Lagasca había sido restituido a su puesto en el Jardín Botánico, y aún lamentaba la pérdida de su magnífico herbario y sus notas arrojados al río Guadalquivir, cosa de la que no se recuperó nunca. Boissier, no vio en Madrid el material del viaje de Clemente al que se la había perdido la pista al morir éste (3), tan sólo algunos pliegos con material botánico estaban en un armario del Jardín Botánico que estaban guardados bajo una llave que, los conserjes, según dijeron, no consiguieron encontrar. Al parecer, el “extravio” de notas, herbarios e investigaciones era frecuente y muchos de ellos acababan siendo presa de traficantes que los vendían a museos extranjeros. Escribe Boissier sobre Simón de Rojas: “…sus herbarios y sus manuscritos existen en parte en el Jardín Botánico de Madrid donde nadie ha pensado aún en desenterrarlos del polvo que los cubre. Nada se conoce de su viaje a excepción de algunas plantas descritas en el folleto de Lagasca…”. Boissier reconoció los méritos de Clemente al dedicarle una planta singularmente bella, la Linaria clementei.

Se ha especulado bastante, y yo mismo lo he llegado a creer en alguna ocasión, que Boissier se basó para su gran descubrimiento, la descripción científica del “Abeto del Sur”, el Pinsapo, en el material de Clemente que, evidentemente, conoció antes que Boissier, pero ahora estoy en condiciones de afirmar que el único conocimiento previo que Boissier pudo tener del Pinsapo fue alguna pequeña rama seca en el herbario de Haenseler. Y he aquí que la vida de Boissier, el gran botánico europeo, se vuelve a cruzar con  Clemente, el gran agrónomo español. Vidas que se cruzan en dos personajes con muchas cosas en común pero que no se conocieron nunca. En común tuvieron su pasión por las plantas, poseían gran capacidad de trabajo, el uso de metodología científica en sus investigaciones con la consulta de toda la bibliografía existente y de los eruditos locales, ambos eran de naturaleza bondadosa, personas humildes que conectaban perfectamente con las gentes del campo, ambos fueron viajeros incansables, científicos emprendedores,eran incansables si se trataba de buscar plantas hasta en las cumbres más inaccesibles o los abismos más peligrosos, apasionados del mundo musulmán (Boissier visitó Turquía y el norte de África varias veces, Clemente hablaba árabe y gustaba de usar atuendos árabes, por lo que popularmente se le conocía como “el sabio moro”), y sobre todo son dos científicos a los que unirá siempre el Abeto del Sur, el Pinsapo.

La ocupación francesa de Andalucía sorprendio a Clemente en su trabajo de profesor de Agricultura en el “Jardín Experimental y de Aclimatación de La Paz”, creado en Sanlucar de Barrameda por Godoy, viajo a Madrid y desde allí regresó a Andalucía para trabajar como secretario de Antonio de Zea, nombrado Prefecto de Málaga por las tropas francesas. Después de la recuperación del trono por parte de Fernando VII, sufre una depuración que le aparta de sus funciones en el Jardín Botánico de Madrid y le lleva, exiliado, pobre y desposeido de su sueldo, a su pueblo, Titaguas, en Valencía. En Málaga entabla amistad con el boticario Haenseler. Entre 1.812 y 1.815 busca desesperadamente que le rehabiliten en su puesto de trabajo y tiene que conseguir informes favorables con ese fin. Dice así una carta remitida por Antonio Cabrera (amigo de Clemente) a Lagasca: “…en Málaga, en la botica que llaman de la Espartería, cuyo dueño es un tal Santaella, se halla de oficial un suizo, que habiendo venido a servir al ejército, le dejo al principio de esta rebuxina y se puso a boticario, porque en su país había tenido algunos principios de eso. Se llama D. FelixHaenzeler. Cuando estuvieron en esa ciudad, Zea de Precefto y Clemente de Socio o Secretariosuyo, trabaron amistad. No hay duda que es aficionadísimo a la botánica, ellos me le hicieron conocer, o por decir mejor, fueron ocasión de que le conociese”. (5). La afición de Haenseler por la botánica se debe en gran parte a su amistad con Clemente, es muy probable que Clemente informará a Haenseler de la presencia del extraordinario abeto de la Serranía de Ronda. La explicación de como se hizo el boticario malagueño de una rama de pinsapo para su herbario, rama que posteriormente mostró a Boissier, es desconocida. En los intentos de Clemente de ser rehabilitado se conoce una carta que en 1.814 escribió a su amigo y colega Lagasca en la que le dice “…según me avisa el buen Haenseler mi justificación se hará en Málaga perfectamente, pero se necesita para ella algo de tiempo. No se ha pedido allí ningún informe para mí.Mívida allí fue tan retirada que, según dice Haenseler y yo me lo sabía ya, nadie me conoce allí ni mi nombre por mal y pocos me conocen por bien”. (5).

Podemos preguntarnos la razón por la cual Clemente nunca publicó sus manuscritos y actualmente, sería mucho más conocido de lo que es. Y otra pregunta que surge de inmediato es la razón de que no hubiera publicado la descripción del Pinsapo como nueva especie y los honores de tal hecho hubieran recaido en él y no en Boissier. Las razones pueden ser varias, Clemente era agrónomo y no botánico. Su obra cumbre es un fabuloso“Ensayo sobre las variedades de la vid común que vegetan en Andalucía” de 1.807 y magníficamente ilustrado; también es muy conocido por un inacabado amplísimo estudio sobre los cereales españoles “CeresHispanica”. Es decir, fue bastante más agrónomo que botánico. Por eso sin duda, confundió el abeto Pinsapo con el abeto de los Pirineos, Abies alba, que al ser el mismo que el europeo ya estaba descrito. Clemente sufrió la incomprensión, la brutalidad y la incultura de una época triste de la Historia de España, los últimos años de su vida intentó publicar su Historia Natural del Reino de Granada pero no obtuvo financiación para ello y, es una hipótesis muy personal mía, tampoco tuvo mucho interés por hacerlo. Fue rehabilitado en 1815 a su puesto en el Real Jardín Botánico de Madrid, pero en 1818 sufre su segundo proceso inquisitorial, tanto de este como del sufrido en 1805 salió absuelto pero, sin duda, con mucho miedo acumulado. La dureza de la vida de exiliado en su pueblo  y el proceso inquisitorial debieron pesar lo suyo para no querer meterse en más lios, además en esas fechas estuvo gravemente enfermo de Vomito Negro. Pero sobre todo ellos debio primar que en sus manuscritos para la “Historia Natural del Reino de Granada” muestra gran preocupación por las cuestiones sociales como el origen de la miseria de los pueblos que atraviesa y la pobreza e incultura de las gentes humildes de Andalucía. Frases como “ lo mal puestas que están las haciendas en manos muertas”, “la sobra de frailes y canónigos”, “los mayorazgos son la ruina de la felicidad pública”,  “la yegua es más protegida de la ley que la mujer misma” ,  “En Motril, a pesar de contar con unos 10.000 habitantes no hay escuela gratuita de leer y escribir, los muchachos van por las calles desnudos y andrajosos, no hay casa de expósitos, no hay hospital”,  “que dureza, que inhumanidad, que trastornos de ideas en los amos”, incluso llega justificar la violencia por razones de necesidad “¿de otro modo que habría de hacer esta infeliz gente sino tirarse sobre los que podían suministrarles el pan necesario de grado o por fuerza”. Con semejante manera de pensar no es de extrañar que Simón de Rojas tuviera cierto miedo a publicar su magnífico trabajo y que éste quedara oculto en el Jardín Botánico de Madrid tantos años.

El personaje central en el descubrimiento para la ciencia del pinsapo es Charles Edmond Boissier. En la época en la que llega a España, el conocimiento botánico de la nación es bastante escaso; y los pocos estudios que se tenían había sido destruido como con el caso Lagasca o almacenado sin más como el material de Simón de Rojas, dos ejemplos de la torpeza y miopía política de la que se ha hecho gala en este país respecto al conocimiento científico. Con esta situación y la importancia de sus descubrimientos, no es de extrañar  que a Boissier, se le considere como el padre de la botánica andaluza.

Uno de los motivos por los que Boissier vino a Andalucía era la investigación ya que las posibilidades de descubrir nuevas especies en Europa estaban muy agotadas, pero también la visión romántica que otros viajeros habían trasmitido en Europa (6); efectivamente, el ginebrelino Boissier, forma parte de un grupo de científicos y viajeros que atraídos por la Andalucía y las posibilidades de nuevas descripciones de especies, viajan a nuestra región (7). Por fortuna, actualmente se sabe mucho más de este personaje que hace unos años cuando, sólo unos pocos afortunados relacionados con el mundo de la botánica conocían su extraordinario trabajo (8).

Por su nieto Auguste Barbey (9) conocemos la excepcional personalidad de Boissier; en su libro, “A travers les forêts de pinsapo d´Anadalusie”, traducido en el año 1.996, nos muestra a un científico cariñoso y entrañable que poseía una extraordinaria capacidad de observación y sólidos conocimientos botánicos, un sabio alegre, sociable, que reía casi siempre, animoso, trabajador incansable, abierto a todo el mundo, en sus viajes infundía fuerza física y moral a sus acompañantes, pero a la vez, era persona de extraordinaria modestia e indulgencia. Todo ello retratado por Barbey con extraordinario cariño y devoción.

Boissier fue un incansable viajero que recorrió España, Argelia, Grecia, Egipto, Siria y Australia. Había sido discípulo de botánicos insignes como Agustin-PyrameDe Candolle en Ginebra y de Philip BarkerWebb en París, este último había recorrido Andalucía en 1.827, año de la muerte de Clemente. Entre 1831 y 1833 Boissierpermanece en París con su familia, conoce a personajes importantes como el general San Martín o el gran compositor F. Liszt, también a exiliados españoles (afrancesados, o colaboracionistas con las tropas invasoras) y suramericanos con los que aprende el idioma; sin duda animado por su maestros De Candolle (que estaba en contacto con Lagasca) y Webb, preparó metódicamente su viaje, estudiando todos los detalles y aprendiendo español.  Un primo de su madre había estado con las tropas francesas en la Península, en la Serranía de Ronda concretamente y también le anima en su idea de visitar España. El Duque de Feria en 1836, a quien había conocido en París unos años antes, le anima a emprender el viaje informándole que había escrito a los encargados de los cinco grandes puertos del sur de España para que no pongan obstáculos a su viaje. 

En 1.837, con 31 años de edad llega a Motril y por caminos costeros continua hasta Málaga, donde contacta con el boticario Félix Haenseler y su discípulo Pablo Prolongo.También conoce en Málaga a Rambur, entomólogo francés que residió en esa ciudad. Haenseler era de origen bávaro y tenía contacto con los botánicos europeos, a él venía recomendado por De Candolle. Los farmacéuticos malagueños colaboraron entusiástica y desinteresadamente con Boissier. En el herbario de Haenseler vio por primera vez ramas y acículas de pinsapo. La atención y ayuda que Boissier encontró debió ser importante puesto que le dedicó algunas especies nuevas de plantas que descubrió.

El día 11 de mayo sube a la sierra de Mijas y continua hasta Estepona para buscar, el pino, picea o abeto cuyas ramitas le habían enseñado los farmacéuticos malagueños. En Sierra Bermeja pudo ver los pinsapos pero no vio ninguna piña, por lo tanto no podía describir la especie ni tan siquiera el género de aquel curioso árbol al que los lugareños llamaban “Pinsapo” o “Pinzapo”. Desde Estepona se dirige a Ronda con la idea fundamental de conocer la belleza de la ciudad de la que le habían hablado y su famosa Feria de Mayo. De Ronda marcha a Gibraltar y  regresa a Málaga donde descansa y ordena su material, de nuevo se pone en marcha herboriza en Sierra Tejeda antes de llegar a Granada. A lo largo de 16 días realiza su esforzado trabajo en Sierra Nevada, tan sólo al alcance de montañeros con experiencia y con gran fortaleza y absolutamente entusiasta en su misión botánica. Desde Granada, ya a finales de septiembre, se encaminó de nuevo a Málaga y sube ahora a la Sierra de Las Nieves acompañado de Haenseler y Prolongo para tratar de identificar científicamente el pinsapo, tiene la suerte de hallar árboles con piñas con lo que ya puede definir el género y la especie como “Abies pinsapo”, tiene el detalle de mantener el nombre popular, cualquier científico engreído le hubiera puesto su nombre propio.  La colaboración con los boticarios malagueños no quedo tan solo ahí, fue necesario que le enviarán piñas masculinas y femeninas obtenidas en la Sierra de las Nieves en la época de crecimiento y que de no ser por ellos, hubiera sido imposible obtenernas por parte del autor de la descripción de la nueva especie. A principios de octubre parte a Cádiz  desde donde marcha a Sevilla, viaja a Madrid donde conoce a Lagasca para después dirigirse a su país.

Sus descripciones son un modelo de rigor científico, un ejemplo de literatura histórica y de calidad literaria. Recoge gran cantidad de anécdotas ligadas a lo extraño que resultaba en los pueblos andaluces la presencia de un extranjero que se pudiera dedicar sólo a estudiar y recolectar plantas. A veces le confundieron con espía, otras por buscador de oro, hasta una familia de Trevelez le confundió con un pariente que, quince años antes, había emigrado a América. Pocos autores extranjeros han descrito una corrida de toros en la plaza de Ronda tan bien documentada, la vida de la ciudad en fiestas, el folklore popular, la vida en las posadas, su relación con los lugareños con tanta perfección, detalles y cariño como Boissier.

La descripción de la corrida de toros a la que asistió en Ronda es fiel reflejo de su caracter. Después de analizar con detenimiento la plaza y el público asistente se centra en el propio espectáculo, los atuendos y la lidia, utiliza expresiones en castellano cuando son necesarias y termina, como buen extranjero, con las siguientes palabras: “En Ronda teníamos como matador de toros al célebre Montes, la primera espada de España y la gloria de la tauromaquia; su fama había contribuido poderosamente a atraer a la corrida una afluencia considerable de gente y aquella tarde acabó con todos los toros que tenía que lidiar con una rara destreza y con el fragor de unos aplausos frenéticos. Seis toros y una docena de caballos perecieron en esta función que duró más de tres horas, el público se retiró, cada uno discutiendo, tomando partido por el mérito de uno u otro combatiente. Ni un solo torero fue herido, casi podría decir que lo sentí por lo odioso y cobarde que encontraba este combate tan desigual entre un grupo de hombres aguerridos y avezados que apenas se exponen, y un desgraciado animal irresistiblemente condenado a muerte y torturado a fuego lento.”

La descripción del descubrimiento del pinsapo es el punto central de toda la obra de Boissier. Acompañado por Prolongo y Haenseler en septiembre  sube a la Sierra de La Nieve pasando por Cartama, Casarabonela, Alozaina y Yunquera, desde allí se encaminan al Convento de Nuestra Señora de Las Nieves. Por las descripciones que hace se puede deducir que la vegetación arbórea estaba bastante esquilmada por el pastoreo y, tal vez, por las talas realizadas, años atrás, para alimentar los altos hornos de galena antimonial de las minas de S. Eulogio, muy próximas al convento.

Sin duda es mejor utilizar sus propias palabras para describir el momento en que localiza su objetivo: “El guía nos mostró desde lejos el primer pinsapo. Dando gritos de alegría corrimos llenos de emoción, pero, desgraciadamente, el árbol no tenía fruto. Un segundo, un tercer, me dan falsas esperanzas sucesivamente. Al fin, soy lo bastante afortunado como para encontrar uno, cuyas ramas superiores están cargadas de piñas tiesas. Nos apresuramos a trepar para cogerlas, y ya no nos queda duda sobre el género de este árbol singular. Era, ciertamente, un Abies, vecino de nuestro abeto blanco. El principal objetivo de mi excursión estaba logrado…”.

Su experiencia botánica en Andalucía se tradujo en la publicación de cinco obras

-          Elenchus plantarum novarum minus que cognjitarum, guas in itinerare Hispanicolegit (Ginebra, 1838)

-          Voyage  botanique dans la midi d’ Espagne pendant l’ annnèe 1837 (París, 1839-1845).

-          Diagnoses plantarum orientalium novarum (Ginebra, Leipzig, Paris, Como, 1842-1859).

En colaboración con Reuter

-          Diagnoses plantarum Hispanicum, praesertim in Castella Nova lectarum (Ginebra, 842) y Pugillus plantarum novarum Africae Borealis  Hispaniae que Australis (Ginebra 1852). Donde se relaciona la flora andaluza y la norteafricana.

Algunas especies andaluzas descritas por Boissier, aparecen  por primera vez en

-          Podromus systematis naturalis regni vegetavilis (Paris, 1824-1874) de A. P. de Candolle

Sin duda, la aportación más importante de Boissier al conocimiento botánico fue “Voyage botanique dans la midi de l´Espagne pendans l´ annne 1.837” publicado en París en un formato de dos volúmenes, espléndida obra de gran belleza, acompañada de geniales láminas dibujadas por M. Heyland, donde se la que muestra con rigor y detalle los acontecimientos de su viaje. El primer libro es un catálogo con 1.900 plantas de las cuales 236 especies y variedades se dieron a conocer por primera vez para la ciencia. (10)

 

Bibliografía:

(1) García Guardia, G . “Flores Silvestres de Andalucía”. Editorial Rueda 1.988.

(2) Pezzi Ceretto, M. Estudio preliminar del “Viaje Botánico al sur de España durante el año 1.937, de Charles EdmondBoissier. Edita Fundación Caja de Granada y Universidad de Málaga. 1.995.

(3) Clemente  Rubio, Simón de Rojas. “Viaje a Andalucía. Historia Natural del Reino de Granada. 1.801-1.809”. Editado por Antonio Gil Albarracin en el año 2.002. GBG Editora. Almería.

(4) Calera González, A. y D. Montilla Castillo. “El Pinsapar”. Educa nº 27 pag. 27-32. 1991.

(5) El Naturalista y Farmaceútico germano-español Feliz HaenselerJeger (1.780-1.841) en la Málaga de su época. Juan Pérez-Rubin. Acta Botánica Malacitana 37. 141-162

(6)  Garrido Domínguez, A. “Rondando Ronda y sus viajeros”. Edita Colectivo Cultural Giner de los Ríos”. Ronda 2.004.

(7) Jiménez, F. “El viaje botánico a Andalucía de Edmond Boissier”. Jábega nº 41 pág. 65-75. 1.983.

(8) Equipo Arrayán. Artículos publicados en la revista “Ronda y La Serranía” nº 15, 21 y 22.

(9) Barbey, A. “A través de los bosques de Pinsapos de Andalucía”. Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía. Sevilla 1.996. Traducido del original  editado en París en 1.931.

(10) Viaje Botánico al sur de España durante el año 1837. Charles Edmond Boissier. Edita Fundación Caja de Granada Universidad de Málaga. Colección Sierra Nevada y la Alpujarra Nº 13. 1.995

Naturalistas en la Serranía de Ronda: Domingo de Orueta y Duarte

Andrés Rodríguez González Abril 4th, 2018


CAPÍTULO 4.- Domingo de Orueta y Duarte

Hijo de Domingo de Orueta y Aguirre, consideró siempre como sus “maestros” a su padre, a José MacPherson y a su profesor de la escuela de minas Lucas Mallada y Pueyo.

Había nacido Domingo de Orueta y Duarte en Málaga, el 24 de enero de 1862. En esa ciudad realizó sus estudios primarios y los de Perito Químico, ampliando conocimientos en Inglaterra, verdadero origen de su formación científica. En 1880 ingresa en la Escuela de Ingenieros de Minas de Madrid, realizando una brillante carrera que finaliza en 1885 con el número uno de su promoción y calificación de sobresaliente.

A las frecuentes excursiones geológicas que realizaban los dos grandes amigos, Orueta y Aguirre y MacPherson, se sumaba cada vez que sus estudios se lo permitían, Domingo de Orueta y Duarte, que bien pronto se aficionó a la geología y la microscopia. Muchas de esas excursiones geológicas se realizaban en la Serranía de Ronda, por lo que alcanzó un completo conocimiento de la comarca

En diciembre de 1884 y enero de 1885, tuvieron lugar una serie de terremotos en Andalucía, que afectaron especialmente a Granada y Málaga. Orueta, aún estudiante, se encontraba pasando sus vacaciones invernales en la casa familiar malagueña y tuvo oportunidad de conocer directamente sobre el terreno los daños producidos por los seísmos. Con un permiso especial del Director de la Escuela de Minas, Orueta realizó un informe en el que destaca ya la relación de lo ocurrido con las características geológicas de la zona, muy poco conocidas en esos momentos. La Sociedad Malagueña de Ciencias en su sesión del 5 de febrero de 1885 acordó publicar los resultados, cosa que se hizo con el título “Informe sobre los terremotos ocurridos en el Sud de España en diciembre de 1884 y enero de 1885”. En dicho informe y en contra de la teoría vigente en aquellos años (la llamada Teoría Focal que establece la disminución de la intensidad del terremoto a medida que se aleja del foco), Orueta  interpreta este terremoto aplicando otra teoría que anunciaba que las fallas perpendiculares a la dirección del movimiento sísmico producen una disminución de la intensidad, mientras que las fallas paralelas a la dirección del movimiento sísmico producen un aumento de la intensidad del mismo. Esta ley, anunciada por Orueta y Duarte, explicaba las razones por las que al lado de pueblos totalmente destruidos existían otros que apenas habían sufrido daños.  Esta teoría fue presentada en la Sociedad Malagueña de Ciencias y en la Sociedad Española de Historia Natural por medio de conferencias pronunciadas por el joven ingeniero Orueta y Duarte.

Meses después José MacPherson defendió esta nueva interpretación por medio de otra conferencia completando la teoría que relacionaba los daños en los terremotos con las fallas tectónicas. Dos geólogos españoles, andaluces se adelantaron veinte años al enunciado de la “Teoría las Líneas Nomotectónicas” desarrollada por el geólogo norteamericano Willians H. Hobss.

También durante el curso 1884-1885, y fruto de su amistad con Macpherson, imparte clases de Geología y Minas en la Institución Libre de Enseñanza en Madrid. En su Boletín publica Orueta sus primeros trabajos científicos en los que ya ofrece resultados y preparaciones microscópicas, una práctica que lo convierte en la autoridad española en esa materia, hasta tal punto que montó en su propia casa un laboratorio perfectamente equipado.

Inicia su actividad profesional en la ferrería Heredia de Málaga en 1886. La siderurgia malagueña ya estaba en declive. En 1884 había cerrado la Concepción de Málaga, los Altos Hornos de La Constancia se cerraron en1885. A finales de 1886, viendo el pobre futuro de la industria Heredia –que se cerró en 1891- comienza a trabajar en las minas de carbón de Orbó (Palencia) y Matallana (León), durante esos años también fue profesor de la ILE. En 1887 ingresa en el cuerpo de Ingenieros de Minas. Al año siguiente es profesor de la Escuela deCapataces de Mieres, en Asturias donde dio clases hasta 1913 en que se traslado a vivir a Madrid. En 1889 es nombrado Ingeniero-Director de la fábrica de Mieres.

En 1892 crea su propia fábrica en Gijón. Además de la fabricación de materiales de metal, desarrolla una patente y construye un contenedor metálico para envasado y transporte  de mercurio que le reportan grandes beneficios económicos. Los frascos de envasado de azogue en aquella época eran un gran problema, su rotura en el transporte, y la imposibilidad de recuperar el material una vez derramado, desde las minas de Almadén ocasionaba grandes pérdidas económicas e incluso afectaba a la salud de los transportistas, por ello el desarrollo de un frasco que permitía transportar el mercurio con seguridad hizo que la fábrica Orueta contratara en exclusiva con las minas de Almadén la producción de esos frascos.

Domingo de Orueta y Duarte desarrollo una amplia actividad social en Gijón, hombre de profundas convicciones, a raíz de un conflicto laboral en la siderurgia de la ciudad, sufrió un atentado en plena calle y fue tiroteado por un obrero anarquista en día 24 de junio de 1910 en el que recibió un impacto de bala en el glúteo, el autor fue arrestado inmediatamente. Domingo de Orueta se recuperó sin mayores consecuencias.

Su independencia económica le permitío dedicarse a las labores que realmente amaba: La microscopía y la investigación geológica. Para ambas se necesitan grandes conocimientos geológicos y, en gran parte, los había adquirido directamente en el campo, en sus excursiones con su padre y MacPherson. Sus desplazamientos al extranjero por motivos profesionales, le  permitieron contactar con expertos europeos en microscopia y con las grandes casas comerciales como Zeiss de la que fue nombrado “Colaborador en España”. En su casa consiguió crear un laboratorio de Microscopía y Ciencias Naturales y publicar más de veinticinco trabajos de investigación y libros sobre estos temas. Uno de ellos, titulado “Microscopia. La teoría y manejo del microscopio”, es una de sus obras cumbre. Publicada en el año 1923 consta de dos volúmenes y más de mil doscientas páginas. Fue prorrogada por Santiago Ramón y Cajal, gran amigo suyo.

Cuando Domingo se traslado a vivir a Madrid en 1915, dejó la fábrica en manos de su hijo Manuel, también ingeniero de minas. Manuel murio en 1926 en Villaviciosa, en un intento heroico de salvar la vida de dos empleados suyos, padre e hijo, en un accidente de pesca. La fábrica se vendió poco después.

En 1913 comienza una aventura sin igual en la investigación geológica en España: El estudio de la Serranía de Ronda. Su situación económica le hizo prosperar de tal forma, que le proporcionó la independencia económica necesaria para acometer todas aquellas investigaciones que tenía pendientes desde su juventud. Entre otras continuar con el estudio geológico de la Serranía de Ronda, comenzado por su padre y en el que participó desde muy joven. Domingo de Orueta pide una excedencia en la Escuela de Capataces de Mieres, paga un profesor suplente de su bolsillo y comienza a realizar nuevas prospecciones de campo que continua los dos años siguientes. Su experiencia en la microscopia proporciono al estudio de la Serranía de Ronda un enfoque muy distinto al de otros libros de geología, un análisis petrográfico para el que examina más de 500 láminas que se hace preparar en Alemania.

En el siglo XIX los geólogos eran casi todos autodidactas, buscadores de rocas y minerales interesantes, como mucho llegaban a plantear hipótesis sobre estructuras y formaciones rocosas. Con los estudios de Orueta y Duarte, se marca un hito fundamental en la geología española y precisamente se hizo con un libro sobre la Serranía de Ronda. Sus estudios sistemáticos ya no son de búsqueda al azar de minerales, sino que planifica el trabajo, maneja bibliografía adecuada, muestrea en el campo, lleva el material a analizar en el laboratorio y saca conclusiones. En definitiva, utiliza el método científico. Orueta y Duarte fué pionero también en el uso de la fotografía a color para ilustrar las publicaciones.

La investigación geológica sobre la Serranía de Ronda que ya había iniciado con su padre y MacPherson, le permiten identificar que la gran masa magmática presente en la Serranía es de rocas peridotitas y ya que en los Montes Urales existía platino asociados a ese tipo de rocas, Orueta está casi convencido que en la Serranía también debe haber platino. Encontró platino en el río Guadaiza y también cromo, niquel y otros minerales muy interesante. El 30 de octubre de 1915 presenta en el Instituto de Ingenieros Civiles, ante una selecta audiencia el gran descubrimiento del Platino en España. La noticia despertó el interés del rey Alfonso XIII que encargó un estudio detallado desde el punto de vista estratégico y económico. Para ello se incluyeron en los presupuestos del Ministerio de Fomento de los años 1916 y 1917, la cantidad extraordinaria de 150.000 pesetas para hacer frente a las investigaciones y, por ley de 8 de diciembre de 1916 y 16 de noviembre de 1917 el Estado se reservo el derecho de investigación y explotación del platino. Entre 1915 y 1918 Orueta llevo a cabo ese encargo, estimando la existencia de 246.531 kilos de platino en los ríos Guadaiza y Río Verde. Además las cantidades de niquel y cromo prospectadas cubrían con creces las necesidades armamentísticas españolas. La valoración económica realizada por Orueta concluía que los costes de extracción serian superiores al valor del mineral de Platino obtenido y aconsejó que el Estado se reservase los terrenos para cuando existiesen métodos de extracción más modernos, baratos y eficaces.

En el año 1917, con elaboración de más de 500 preparaciones microscópicas, un inmenso trabajo de campo a base sondeos de aluviones y recolección de arenas, recorrido de los terrenos estudiados, junto a un intenso y meticuloso trabajo de laboratorio dieron el libro “Estudio geológico y petrográfico de la Serranía de Ronda” en el que entre otras muchas cosas detalla el descubrimiento de platino en la sierra. Libro de 567 páginas, 4 mapas, 16 láminas a color y 51 microfotografías cuya publicación en 1.917 le aporta el reconocimiento nacional e internacional de su categoría científica con distinciones como doctorados honoris causa, académico de varias academias españolas, director del Instituto Geológico de España y muchas otras. De su categoría humana y generosidad da prueba la cesión que hizo al Estado de la posible explotación del platino en la Serranía de Ronda. Como reconocimiento a su investigación, el geólogo Santiago Piña de Rubíes dio el nombre de “Oruetita” a un mineral descubierto por nuestro personaje en su investigación sobre la Serranía.

Además de su capacidad de trabajo y sus dotes de observación, cosas absolutamente fundamentales para un científico, a Orueta le favorecían algunas circunstancias especiales como el ambiente relacionado con la Geología que se respiraba en su casa y el hecho de haber acompañado en multitud de ocasiones a su padre, Domingo de Orueta y Aguirre y a su amigo MacPherson en sus excursiones científicas por la Serranía; tenía pues a favor, el ambiente familiar, los conocimientos geológicos, paleontológicos y de microscopía paternos y un magnífico dominio de los caminos y escasas comunicaciones de la Serranía de Ronda, donde se le consideraba el mejor conocedor de la comarca.

Domingo de Orueta y Duarte fue profesor de la Institución Libre de Enseñanza; publicó gran cantidad de trabajos, sólo sobre microscopía escribío 26 trabajos científicos.

Además de sus conocimientos científicos poseía una enorme cultura humanista y artística, hablaba inglés, alemán, francés e italiano. Una de sus especialidades era el mundo egipcio, fruto de esa afición, en verano de 1.924, viajo a Egipto donde conoció a Howard Carter, el descubridor junto a Lord Carnavon de la tumba de Tutankamen. Domingo invitó a Carter a dar unas conferencias en España a lo cual accedió, la primera de las cuales fue en la Residencia de Estudiantes, a ella asistieron los reyes de España.

Murió en Madrid súbitamente en la madrugada del 15 de enero de 1926, cuando, como Director del Instituto Geológico y Minero de España, organizaba el XIV Congreso Geológico Internacional, que se celebraría en mayo de 1926. Preparaba, junto con su colaborador más estrecho, Enrique Rubio, un itinerario geológico por la Serranía de Ronda para el congreso, con el fin de enseñar a los congresistas también los yacimientos de platino de la Serranía.

 

Bibliografía

AZCARATE, Pablo de. Una excursión por la Serranía de Ronda en 1.917. Jábega, 34, Málaga, pags. 23-28. 

CARRILLO, Juan L. Domingo de Orueta y Duarte. Málaga. Personajes en su historia. Editorial Arguval, Málaga, 1,986.

DE ORUETA Y DUARTE, Domingo. Estudio Geológico y Petrográfico de la Serranía de Ronda. Imprenta de Julián Palacios, Madrid, 1.917.

DE ORUETA GONZÁLEZ, Manuel. De Aingerukua a Cortina del Muelle. Ediciones Moretón. Condado de Treviño. 1.998. 

GUTIERREZ, J.M.; MARTÍN, A.; DOMINGUEZ, S. y J. P.MORAL: Introducción a la Geología de la Provincía de Cádiz. Servicio de Publicaciones de la Universidad de Cádiz. 1.991. 

MAC-PHERSON, José. Memoria sobre le estructura de la Serranía de Ronda. Imprenta de la Revista Médica, Cádiz, 1.874.

MORENO PERALTA, Salvador: La colonia de El Ángel. Cilniana, 8, Marbella. S. Pedro de Alcántara, 1.996, pags. 32-41. 

RÁBANO, Isabel. Domingo de Orueta y Duarte (1862-1926) y la investigación del platino en España. Boletín geológico y minero 119(4) 473-494. 2008

VARIOS AUTORES: “La Institución Libre de Enseñanza: Su influencia en la cultura española. Homenaje a Francisco Giner de los Ríos celebrado en Ronda en 1998

D. Julián de Zulueta y Cebrian, científico y naturalista.

Andrés Rodríguez González Diciembre 12th, 2015

D. Julián de Zulueta y Cebrian, científico y naturalista.

Hace ya años, Agustín Rubira Tobaruela y yo escribimos este artículo dedicado a nuestro común amigo D. Julián. En estos días tristes que hemos perdido para siempre a tan insigne personaje, creo, es de justicia, recordarle. También recordar la crueldad con la que algunos le han tratado, tal vez por la falta de costumbre tan rondeña y española de no creer en que existen personas a las que no mueve el beneficio personal, sino el bien común de la sociedad.
Personalmente le doy las gracias por lo mucho que me enseño simplemente hablando con él. Con él descubrí los pinsapares de Ronda y Grazalema, el Tajo de La Caina, los Ventisqueros, La Nava, el Pinsapo de La Escalereta, el vuelo del águila real, los personajes que por aquí pasaron y dejaron huella en escritos que él conservaba o en su inmensa memoria.  También le doy las gracias, pienso que en nombre de muchas personas,  por el bien que ha hecho a la Humanidad y las muchas vidas que ha salvado.

“Nada une más a gentes a quienes nada les une, que hablar mal de otro”, dice el refranero español.
A raíz de la reunión del Comité Español del Hombre y la Biosfera (catalogada por alguno como “grupo de amiguetes”) celebrada en Ronda, en la que participaron las personalidades más importantes que lo componen, estamos asistiendo a otro vergonzoso espectáculo de intento de linchamiento verbal a D. Julián de Zulueta. Si les parece excesivo este calificativo, como mínimo, parece evidente una campaña de descrédito público y sistemático hacia él, por parte de algunos, que por ignorancia, estrechez de miras, intereses egoístas, estulticia o simple mala fe han personificado en Zulueta la responsabilidad de los perjuicios que para Ronda, su Comarca, e incluso para Andalucía toda, puedan derivarse del posible informe negativo que dicho Comité emita en París ante la UNESCO, si no cambian mucho las cosas en nuestro entorno de aquí al año 2.005. Es más fácil culpar a aquel que denuncia un daño e intenta evitarlo que a quien lo causa.
Vamos a ser claros: Si la Sierra de Las Nieves y su entorno aún ostentan la catalogación de Reserva de la Biosfera es gracias a D. Julián. Fue él quien propuso el nombramiento y quien siempre ha defendido los valores ambientales que han hecho merecedora a estas tierras de tal título. Ha sido la administración medioambiental la que ha tenido abandonado este Parque Natural, con su pasividad en la gestión del espacio protegido (ya que durante varios años no existía interlocutor por carecer de Director-Conservador), con su permisividad ante disparates ecológicos tales como que en el Área de Reserva  (la zona más protegida de un Parque Natural) se siga pastoreando, o que  junto a dicha Área de Reserva exista un albergue explotado privadamente para turismo rural (Cortijo de Quejigales), o que junto al río Verde, a unos cinco metros del cauce de agua que marca el límite del Parque, se hicieran perforaciones. Todo ello no ha hecho sino aumentar la impresión, ante la UNESCO, de que la Sierra de Las Nieves no es un espacio que merezca, de seguir las cosas así, la consideración de Reserva de la Biosfera.
Con la realidad de un circuito de alta velocidad y con las nuevas amenazas de los campos de golf y sus urbanizaciones aledañas en las cercanías del Parque Natural, dentro de los límites de la Reserva de la Biosfera, tal vez los buenos oficios de D. Julián no consigan arreglar esta vez el desaguisado, pero si se perdiera la catalogación sería a pesar de Zulueta y no por su causa.
Hay 50 campos de golf en la provincia de Málaga y 70 más proyectados. ¿Alguien cree que esto es lo que va a dar singularidad a Ronda y, por ende, mayor atractivo, más turismo de calidad y más puestos de trabajo?. Lo que todo esto traerá será especulación, enriquecimiento de unos pocos inversores foráneos, encarecimiento del suelo, envenenamiento de nuestros principales acuíferos con pesticidas, herbicidas, nematicidas, fertilizantes, etc., deterioran en suma de nuestro medio ambiente y perdida del prestigio nacional e internacional de nuestra serranía. Al final los especuladores llevaran su dinero a otro sitio donde mejor invertir y aquí sólo dejaran pobreza y deterioro que serán muy difíciles de reparar. Sería más lógico potenciar nuestro extraordinario entorno, exigir la construcción de un nuevo y bien dotado hospital que, no olvidemos, es la más importante empresa en creación de puestos de trabajo que existe en la comarca, hacer realidad de una vez la depuración de nuestras aguas residuales, potenciar nuestras vías pecuarias, etc. Todo eso si crearía riqueza. En estas luchas también está D. Julián.
¿Por qué, entonces, esa animadversión hacia él por parte de algunos, incluso compañeros de partido?. En cualquier otro lugar estarían orgullosos de tener un vecino como D. Julián. Aquí no sólo no se le valora en su justa medida sino que se le ha insultado y menospreciado. Argumentos para desprestigiarle tales como que no es rondeño, que le interesan los mosquitos y no el flamenco, que no se le ve en los bares, que usa pantalones muy cortos, que lleva botas antiguas y otros aún más peregrinos los hemos iodo dirigidos a esta personalidad de talla mundial.
Otro motivo que esgrimen sus detractores para intentar desprestigiarle a nivel de Ronda es el asunto de la antigua depuradora: La vieja depuradora que D. Julián mandó cerrar maldepuraba la mitad de las aguas residuales de Ronda. Si sólo se limpia la mitad del caudal y se vuelve a mezclar con aguas sin depurar, en pocas horas el nivel de microbios existentes en al agua mezclada vuelve a ser el mismo que si las aguas no se hubiera hecho nada. Es decir, un gasto inútil. D. Julián tomó pues la decisión de cerrarla, para evitar el costo económico de su mantenimiento y para forzar a la administración a construir una nueva.
Zulueta es una personalidad de enorme prestigio en España y fuera de ella, por sus aportaciones médicas sobre el paludismo. Recientemente decía en Barcelona el descubridor de la última, y quizás la más eficaz, vacuna contra la malaria, el español Pedro Alonso, que el Dr. Zulueta ha sido el referente mundial más importante de la lucha contra el paludismo durante gran parte del siglo XX. Ya jubilado, la Organización Mundial de la Salud (OMS), ha requerido sus servicios en diversos países del tercer mundo (Irán, Afganistán, Libia, Guinea Ecuatorial, etc.) por sus conocimientos científicos y por el respeto que en dichos países se le profesa. Asesor de la OMS durante muchos años y hombre profundamente comprometido con el medio ambiente, posee  altas distinciones honoríficas concedidas por los gobiernos español, italiano y británico entre otros.
En Ronda no se le ha dedicado ni una calle; ¿para que sugerir siquiera nombrarle hijo adoptivo?.
Decidió libremente, sin ningún compromiso que lo empujara, quedarse a vivir entre nosotros, simplemente porque se enamoró de Ronda y de la Serranía. Se le puede achacar que nunca debió meterse en política, y pudiera ser verdad, pero para alguien con conciencia social es fácil sentir la tentación, ante la oportunidad de desarrollar sus ideales. Tampoco olvidemos que a D. Julián le utilizaron, en su día, los gobernantes socialistas, por su prestigio internacional, para ganar unas elecciones municipales en Ronda. Su gestión tuvo luces y sombras como casi todas; pero es de resaltar que nunca cobró de las arcas municipales ni siquiera el sueldo como alcalde, al que renunció. (Lo que no deja de llamar la atención en los tiempos que corren: ver El Mundo de Andalucía del día 6-11-04, o el acta del pleno municipal del 4-11-04).
Es dicifil comprender por qué en lugar de acosarle no aprovechamos el potencial que para Ronda y Andalucía suponen su prestigio, sus ganas de trabajar y las excelentes relaciones que posee a nivel de las más altas instancias del Estado y de la Junta, como están haciendo en Asturias y Cantabria.
Desde aquí, nuestro sincero homenaje y nuestro agradecimiento a D. Julián.

Las fotografías proceden del libro Tuannyamok. El Señor de los Mosquitos. Relatos de la vida de Julian de Zulueta contados a María García Alonso. Publicaciones de la Residencia de Estudiantes. Madrid 2.011.

Naturalistas Históricos : Josep Cuatrecasas y Enric Gross

Andrés Rodríguez González Agosto 16th, 2014

Capítulo 6.- Dos catalanes en la Sierra de Las Nieves

Josep Cuatrecasas Arumí había nacido Camprodón, Gerona, en 1903 , murió en Washington, en 1996 donde vivía casado con una norteamericana y nacionalizado como estadounidense desde 1953.

Hijo de José Cuatrecasas Genis y de Carmen Arumí, obtuvo en Barcelona en 1923 una licenciatura en Farmacia, la carrera característica de los botánicos en aquella época. Sus maestros fueron Pio Font i Quer, Carlos Pau y Emilio Huguet del Villar y su influencia se deja notar en su tesis titulada Estudios sobre la flora y vegetación del Macizo de Mágina, leida en 1928. Una obra de extraordinaria solidez que revela una excepcional capacidad y originalidad.

En esos años viajó a Ginebra, estudiando Fitogeografía y Ecología con Chodat, y colaboró con Font i Quer en la edición de la revista Cavanillesia y del Butlletí de la Institució Catalana d’Història Natural, que fue la vanguardia de las ciencias de la naturaleza española, publicando también en el Boletín de la Real Sociedad Española de Historia Natural. En 1931, con sólo 28 años, obtuvo la cátedra de Botánica Descriptiva de la Facultad de Farmacia en la Universidad Central de Madrid. Antes había sido profesor asistente de Botánica en esa universidad.

En 1932 fue comisionado para representar a los botánicos y al gobierno de España en la conmemoración del centenario de José Celestino Mutis, viajando a Colombia por primera vez. Impresionado por la diversidad de la flora colombiana, elige convertirla en el centro de sus investigaciones. Con el material recolectado se dirigió a Berlín, cuyo Jardín Botánico le ofrecía los medios necesarios para sus estudios. Allí se casó con su profesora de alemán, la checa Martha Maria Nowack, con la que tuvo tres hijos. Durante años viajó a Colombia en abril, regresando a Alemania en agosto con nuevo material, antes de empezar el curso en octubre. El resultado de sus investigaciones se plasmó en sus Observaciones geobotánicas en Colombia, que todavía es una obra de referencia.

Durante la Guerra Civil, Cuatrecasas ejerció el cargo de director del Jardín Botánico de Madrid, en el que se había venido responsabilizando de la sección de Flora Tropical. Rescató para su estudio los herbarios derivados de las expediciones históricas, como la de Sessé y Mociño, o las propias recolecciones de Mutis, derivándolas a especialistas transatlánticos cuando era necesario. Se ocupó de que las láminas de Mutis fueran evacuadas de Madrid a la vez que los fondos pictóricos del Prado. Sus publicaciones no solo permiten conocer la situación botánica de las zonas de estudio, también la estructura social de un momento convulso.

Al acabar la guerra civil, en 1939, Cuatrecasas, que se había jurado no volver a trabajar en España mientras mandara Franco, se vio forzado al exilio, eligiendo Colombia como destino. Allí coincide con otros exiliados ilustres como la familia Zulueta.

Cuando aún vivía consulté con el Dr. Julian de Zulueta en su residencia de Ronda y recuerda a Cuatrecasas como un hombre afable, preocupado por sus investigaciones , la situación española de la posguerra y habitual en las reuniones de exiliados en Colombia que se hacían en casa familiar de los Zulueta, también exiliados ya que, además de familia de Besteiro, su padre había sido ministro durante la República.

Desde su primera visita a Colombia había sido profesor de la Universidad Nacional de Bogotá. A partir de 1942 y hasta 1947 lo fue de la Facultad de Agronomía en Palmira (Valle del Cauca). La riquísima flora tropical encontró en su enorme vocación y capacidad de trabajo una ocasión única, que se saldó con la descripción de más de mil especies nuevas, no sólo de Colombia, sino de Ecuador, Venezuela, Costa Rica, Trinidad, Brasil, etc.

En 1947 se trasladó a Estados Unidos, donde estuvo vinculado, con diversos cargos y financiación siempre de la National Science Foundation, al Chicago Natural History Museum, primero, y a la Smithsonian Institution, después. En esta última trabajó, como investigador asociado, desde 1955 hasta 1977, y desde esa fecha hasta su muerte, como emérito. Su nombre aparece asociado además a la monumental Flora Neotropica, de la que fue director científico para plantas vasculares desde 1964 a 1971, presidiendo la organización entre 1972 y 1975.

En 1983 fue nombrado director honorario del Real Jardín Botánico de Madrid, pero a pesar de la simpatía declarada con que miraba a las generaciones científicas que sobrevivieron al franquismo, nunca quiso abandonar el trabajo que le absorbía desde hacía tantos años, especialmente la monografía sobre las Espeletiinae, unas plantas denominadas popularmente Frailejones, todavía sin terminar de editar por sus colaboradores.

Frailejones en Colombia

Recibió el reconocimiento por su obra en muy diversas formas, como la Cruz de Boyacá (Colombia, 1959) y en España la Gran Cruz de la Orden del Mérito Civil (1986) y, póstumamente, la Gran Cruz de Alfonso X el Sabio (1995). Con su nombre la Smithsonian Institution creó un fondo (el José Cuatrecasas Botanical Fund) que financia proyectos de investigación y conferencias. Una medalla que lleva su nombre (José Cuatrecasas Medal for Excellence in Tropical Botany) premia cada año a un investigador que haya destacado en el estudio de la Botánica Tropical.

Legó su extensísima colección de tipos nomenclaturales al Real Jardín Botánico de Madrid, y su biblioteca al Instituto Botánico de Barcelona, una institución municipal de enorme solera, donación con la que quiso subrayar su condición de catalán que amaba su tierra.

En 1.930 del siglo pasado Josep Cuatrecasas, publicó un artículo titulado “Una vista al Pinsapar de la Sierra de La Nieve”, en el Butleti Institucío Catalana d´Historia Natural. En él se puede leer textualmente

“…Después de unas lomas entre 1.200 y 1.300 m de altitud y ya en la Sierra de La Nieve, encontramos en las consocietas (Comunidades vegetales de composición florística simple), casi tocando con la casita de Molina y choza, situadas junto a la fuente del Pinar. Aquí tiene Frasquito, el entusiasta guardador del pinsapar,  un reducido albergue que él mismo se ha construido para protegerse de las inclemencias de loa naturaleza durante el desempeño de su misión…”  “…Molina conocía muy bien a Gross a quien había acompañado años atrás en la búsqueda de Atropa baetica por estas sierras…”.

El texto nos da pie para nuestro segundo personaje, Enric Gross.

Al contrario que otros con los que trabajo,  Gross no ha sido reconocido como lo que es, un botánico de gran categoría del siglo XX. Un Científico fundamental en el desarrollo de la botánica española.

Había nacido en el seno de una familia de pastores en 1.864. Desde muy joven realizó gran cantidad de oficios como segador, carbonero, leñador. Hasta los 20 años no aprendio a leer ni a escribir. Poco después marchó a Cuba donde trabajo como jardinero y después como voluntario en los primeros experimentos contra la fiebre amarilla, siendo uno de los pocos voluntarios que sobrevivio. Regreso a Barcelona donde empezó a trabajar con el Naturalista y Oceonógrafo Odón de Buen. Fue contratado como ayudante de prácticas en su laboratorio de la Universidad de Barcelona.  En 1.906 pasa a trabajar en el laboratorio biológico marino de Porto Pi, en las Islas Baleares. En 1.912 es contratado por el Laboratorio de Málaga, allí aprende a recolectar plantas y se realciona con el botánico Carles Pau. Gross tenía 52 años cuando empezó a trabajar en el Museo de Ciencias Naturales de Barcelona.

En mayo de 1.917 es contratado por el gran botánico Pio Font i Quer con quien realiza 10 campañas de recogida de plantas de forma sistemática, con el estilo Font i Quer, en el mismo lugar donde fueron descritas. La confianza de su jefe en Gross era tal que Gross era quien realizaba las expediciones mientras Font i Quer se limitaba a organizarlas. Su reputación y conocimientos eran tan grandes que todas sus remesas y etiquetado se daba por bueno: “si Gross dice que ha encontrado una especie nueva, es una especie nueva” . Además tenía la capacidad de moverse con soltura por un país pesimamente comunicado. A lomos de mulas recorrió gran parte de la geografía española y del norte de Marruecos muestreando vegetales.  Igual que un siglo antes había hecho otro ilustre botánico Simón de Rojas Clemente y Rubio. En sus mulas llevaba las prensas y el papel para herborizar;  el material recopilado era enviado hasta Barcelona por ferrocarril y en esas mismas Estaciones, Font i Quer le detallaba por carta, las zonas y las especies a buscar por medio de breves descripciones y dibujos de las plantas.

En 1.922, Gross visita la “Sierra de La Nieve” según cita de Ibañez Cortina en Dos Document de Pius Font i Quer en Le Projecte de la Flora Hispanica.  Francisco Molina, popularmente conocido como Frasquito Molina, le acompañó en su búsqueda de la Atropa baetica, Tabaco Gordo, como cita Josep Cuatrecasas en su artículo sobre el Pinsapar del año 1930. Me inclino a pensar que la población de Tabaco Gordo que vieron debió ser la más cercana a la ubicación de la choza de Frasquito, la existente aún en los Hoyos de la Caridad.

Hacía 1931, y ya con 67 años, Gros no estaba para aquellos trotes. Cambió las expediciones por el jardín botánico del museo hasta que, tiempo después, decidió trasladarse a Calvià, en Mallorca. Allí se instaló en la misma época en la que la Guerra Civil pondría fin al proyecto del gran herbario. Murió, con una mínima pensión que entendía más de títulos que de valía y, según Font i Quer, «más pobre que una rata».

Bibliografía.

- CUATRECASAS, J. 1930. “Una vista al Pinsapar de la Sierra de La Nieve”, en el Butleti Institucío Catalana d´Historia Natural 2ª Serie 10: 65- 67.

- Diario EL MUNDO. 02/05/2.012. Gross, un espía entre la Flora.

- GONZÁLEZ BUENO, A. 1997 “Josep Cuatrecasas Arumí”, en Boletín de la Real Sociedad Española de Historia Natural (Actas). Vol. 94. pp.73-65.

- www.mcmbiografias.com

- IBAÑEZ CORTINA, N.  2013. “Dos Document de Pius Font i Quer de la Le Projecte Flora Hispanica”.  Digital.CSIC

- TEIXIDÓ GÓMEZ, F. www.biologia-en-internet.com

Enhorabuena, Juan Tebar

Andrés Rodríguez González Octubre 26th, 2009

Juan Tébar Carrera, nacido en Cádiz en 1966, ha sido elegido European Wildlife Photographer of the Year por la Gesellschaft Deutscher Tierfotografen. Fotógrafo Europeo de Vida Salvaje del año 2.009. Se trata de la máxima distinción del continente. Es el primer español que la obtiene. El día 23 de octubre recibió el premio en la localidad germana de Lünen. La imagen de un buitre leonado que se alimenta de los restos del interior de  una cabra muerta se ha seleccionado entre más de 7.000 instantáneas de 527 fotógrafos de 25 países.

Juan Tébar es autor de Las Aves de la Bahía de Cádiz; Sierra de Grazalema: Agua, Fuego, Tierra y Aire; Los Alcornocales,Parque Natural; Guadalquivir: el Río de la Vida; Andalucía Viaje al Asombro y Reserva de la Biosfera de Grazalema: XXX Aniversario, entre otros libros, y miembro de reconocido prestigio de la Junta Rectora de la Reserva de la Biosfera de Grazalema.

Gran amigo desde que nos conocimos cuando yo trabajaba en el Parque Natural Sierra de Grazalema, le ha pedido colaboración para ilustrar la página www.laserranianatural y siempre ha sido generoso.

Él sabe que me alegro infinitamente de sus éxitos, pero de todas formas es necesario decirlo: Enhorabuena Juan, te lo mereces, eres un genio.

La imagen que ilustra la entrada es un aguila perdicera alimentando a su pollo.

Naturalistas Históricos en la Serranía de Ronda: Juan Tebar

Andrés Rodríguez González Junio 1st, 2009

Naturalistas Históricos de la Serranía: Juan Tébar.

Es, sin duda, uno de los fotógrafos de Naturaleza más importantes de España y, en mayo pasado, tenemos la oportunidad de disfrutar de sus imágenes en una extraordinaria exposición montada en el Palacio de Congresos de Ronda.
Juan Tébar nace en Cádiz en 1966. Desde muy temprana edad se interesa por la fotografía de naturaleza, fue precisamente en su Cádiz natal donde inicia su carrera como fotógrafo ante la observación de las inmensas posibilidades plásticas que ofrecen las marismas y salinas de la Bahía de Cádiz, estuario al que está  intensamente unido sentimental y profesionalmente. El tratar de captar el aspecto en continuo cambio de las marismas, la luz que junto al agua modela los esteros, fueron su primera fuente de inspiración. Aquellas primeras imágenes siempre están presentes en su obra, cada vez que puede vuelve a realizar fotografías del estuario, imágenes que nunca son iguales, siempre busca algún nuevo matiz, a veces son las aves de la Marisma las que lo aportan, otras veces es la marea que al subir lo inunda todo, otras imágenes las obtiene desde el aire, a cierta altura, y en cada una es capaz de captar sutiles diferencias que a muchos nos pasarían desapercibidas. En la exposición montada en Ronda no podía faltar la Bahía de Cádiz, tenemos una preciosa imagen de los anárquicos esteros, imagen de una enorme fuerza tomada desde el aire para aproximarse a los detalles que, curiosamente, solo de lejos somos capaces de ver.


Otra fuente de inspiración extraordinaria para él es la Sierra de Grazalema, esos farallones rocosos que también le cultivan. Toda la Naturaleza le interesa, desde los paisajes marismeños hasta las montañas de la Sierra de Las Nieves. A veces es el pinsapar nevado, o un paisaje adehesado, otras los profundos surcos de un campo de cereales, una tormenta a punto de descargar, o un buitre dándose un banquete en el vientre abierto de una cabra. Pero no solo encuentra el contraste adecuado para  encauzar su pasión en zonas cercanas a su Cádiz natal, también ha buscado la belleza por los húmedos acantilados del Atlántico Norte y entre las aves marinas que los habitan. En su búsqueda de la perfección y la belleza plástica le han hecho viajar a  Irlanda del Sur, Escocia, Islas Orcadas, Islas Shetland, Islas Lofoten, Normandía y Noruega. Además ha tenido la oportunidad  de viajar a Kenia y Tanzania.
Juan nunca renuncia a una buena imagen si hay que aplicar tesón y técnica; siempre afirma que un buen trabajo fotográfico se gesta mucho tiempo antes de disparar la cámara, planificando al detalle la empresa fotográfica a realizar, de modo qué, no trunquemos los sutiles y delicados procesos de la Naturaleza, consiguiendo plasmar con la cámara la esencia misma de la vida.


Sus imágenes de fauna y flora salvajes escudriñan tanto el comportamiento único de las mismas como su sencilla belleza, haciendo especial hincapié en la acción. Pocos fotógrafos son capaces, como él, de captar los momentos precisos en los que un águila pascadora atrapa un pez, un Martín pescador se zambuye en el agua o una lechuza captura un ratón.
Desde 1985 ha obtenido importantes premios tanto a nivel nacional como internacional. Es autor de once libros con textos y fotografías originales. Ha fotografíado todos los carnívoros ibéricos y todas las aves de la Península. Incluidas otra de sus grandes especialidades, las aves marinas.
Ha recorrido el Parque Nacional de Doñana fotografiando sus amenazados linces ibéricos;  Asturias y Cantabria a través del Parque Nacional de Picos de Europa y la Reserva Nacional de Caza del Saja-Besaya; Covadonga; Galicia, desde la Costa de la Muerte, Cabo Vidio, Cabo Bustos, Estaca de Bares, Cabo Vilano, As Catedrais, Islas Cies, Islas de Ons, Onza y el Cangrejo; los Pirineos; el gran humedal de la Laguna de Gallocanta  y sus grullas invernantes; el Parque Regional de Gredos; las Dehesas de Extremadura y, por supuesto otras zonas más cercanas como la Laguna de Fuente de Piedra con sus flamencos, el Parque Natural Sierra de las Nieves, el Parque Natural de los Alcornocales, el Parque Natural Torcal de Antequera y el Acantilado y pinar de Barbate.
Fuera de España ha fotografiado la Fauna y paisajes africanos en Serengueti, Masai Mara, Parque Nacional de Nairobi, Lago Nakuru y Samburu.


De sus muchas exposiciones, si Juan Tebar tuviera que seleccionar una de ellas, eligiría la que realizó hace pocos años en el Museo de Ciencias Naturales de Madrid, quizás por ser el primer andaluz que allí ha expuesto.
Sus reportajes y fotos han sido publicadas en las mejores revista de naturaleza, desde National Geographic España hasta Quercus.
Recientemente ha expuesto en la Diputación de Cádiz al otorgársele el galardón de Personaje del Año en esa provincia.

Macpherson

Andrés Rodríguez González Septiembre 24th, 2008

Personajes y Naturalistas Históricos

José Macpherson y Hemas había nacido en Cádiz, el 15 de Junio de 1839, su padre Donald Macpherson llegó a Cádiz desde Escocia en 1814. En Cádiz se caso con Josefa Hemas Martí, de padre de origen valenciano, tuvieron 11 hijos de los que José hacia el último. A causa de la represión antiliberal la familia Macpherson se instala en Gibraltar en 1.821 o 1.822, allí nacieron siete de sus hermanos. Cuando la situación política mejoro para los liberales, Daniel (Donald) Macpherson regreso a Cádiz y fundó su propio negocio. Su madre murió a las dos semanas posiblemente por problemas del parto, su padre dos años después, el hijo primogénito, de nombre Daniel tuvo que  sacar a delante a sus muchos hermanos. Su hermana Catalina que entonces tenía 17 años actúo como una verdadera madre para nuestro protagonista. Parte de sus estudios, José, los realizó  en Gibraltar donde hubo de desplazarse cuando los movimientos políticos antiliberales le obligaban a ello. José estuvo especialmente relacionado toda la vida con sus hermanos Guillermo, nacido en Gibraltar en 1.824 y que era de tendencias liberales y evolucionistas que siempre tuvo una gran influencia sobre el geólogo y con Catalina, nacida un año antes que Guillermo también en Gibraltar. José no mostró nunca el menor interés por los negocios familiares, tanto es así que cuando su hermana Catalina se casa en Madrid con Diego Fernández Montañés en 1.855 le proporciona trabajo en los negocios de su marido llevándose, unos años después, a José vivir con ellos a Madrid; dos años después abandona el trabajo. José vuelve a Cádiz en plena crisis económica del 1.866. Es en esa época cuando se despierta su vocación geológica, sin duda influido por Domingo de Orueta y Aguirre, también por su hermano Guillermo que era cónsul británico en varias ciudades españolas entre ellas Sevilla, donde debió conocer a Antonio Machado (abuelo de los poetas).  En 1.869 se afilio a la masonería. Entre el año 1.869 y 1.871 viajó a Europa para estudiar diversas ciencias relacionadas con la Geología; la desahogada situación económica de la familia permitió a José hacerse un curriculum a su gusto, pudo, así, completar su formación en el extranjero donde estudio con los mejores especialistas de la época en geología de campo y en la teórica.
Hasta la revolución del año 1.868 no se dieron las condiciones de libertad ideológica y estabilidad política necesarias para el desarrrollo científico en España, el 1.871 se funda la Sociedad Española de Historia Natural (S.E.H.N.) en la que un año después Guillermo y José Macpherson entran a formar parte. Fruto de sus relaciones científicas con Antonio Machado y Núñez fue su primera publicación titulada “Método para determinar minerales” publicado en Sevilla en 1870. Tres años después publica en su ciudad natal el estudio “Bosquejo Geológico de la provincia de Cádiz” con un resumen en inglés que le permite una amplia difusión entre los especialistas extranjeros. Su proyección internacional y el reconocimiento de la comunidad científica fueron de desde ese momento un hecho indudable. Realizó interesantes publicaciones de carácter científico sobre petrográfica, geotécnica y paleogeografía en la Serranía y en otras regiones alejadas de ella que permitieron tener las primeras ideas de síntesis sobre la formación y constitución de la Península Ibérica.


En 1.874 recorrió la Serranía de Ronda acompañado de Domingo de Orueta y Aguirre y su hijo Domingo de Orueta y Duarte, que posteriormente seria alumno de José en la Institución Libre de Enseñanza (ILE).
Cuando en el año 1.875 es deportado Giner a Cádiz, José Macpherson inicia la colaboración con él. Se ejercen nuevas represiones ideológicas en la enseñanza y, como reacción a ellas, se crea la I.L.E.. Ese mismo año, en la S.E.H.N. presenta el trabajo “El origen peridótico de la Serpentia de la Serranía de Ronda” que al año siguiente es traducido al inglés. Sus inquietudes científicas no se limitan al campo de la Geología. Junto a su hermano Guillermo y a Machado fue un activo defensor de las ideas de Darwin y Haeckel, un personaje, este último, mas darwinista que el mismo Darwin y creador del término “ecología” tan de moda actualmente.
Entre 1.877 y 1.881 es la época más fecunda de Macpherson en cuanto a publicaciones y actividad investigadora. En 1.879, en uno de sus múltiples viajes por la geografía española conoce en Galicia a la escritora Emilia Pardo Bazán, con quien mantuvo excelentes relaciones el resto de su vida. Otro de los temas apasionantes para Macpherson fueron los terrenos arcaicos españoles, también destacó en los estudios de la química de los minerales, el matamorfismo y la formación de montañas En 1.879 colabora en al Comisión del Mapa Geológico, concretamente en la elaboración del mapa de la provincia de Sevilla.


En su actividad docente e investigadora, en 1.883, creo una casa laboratorio en la Castellana de Madrid donde se formaron gran cantidad de geólogos.
Otra de las grandes aficiones de José fue la fotografía, tanto la petrográfica como la paisajística. El 25 de diciembre de 1.884 ocurrió el hecho conocido como “El Terremoto de Andalucía” que causo 800 víctimas mortales. Macpherson participó en su estudio y organizó la misión francesa que se desplazo a Andalucía para su análisis.
En 1.901 publica un trabajo titulado “Ensayo de la Historia Evolutiva de la Península Ibérica”.
Sus métodos, enseñanzas y conocimientos le hacen ser considerado como uno de los padres de la moderna geología española. Y todo ello, sin tener nunca un título universitario ni dar clase en la Universidad, pero colaboró en la introducción de las técnicas de laboratorio en España y en el inicio de la petrográfia microscópica con la publicación en 1.870 del trabajo titulado  “Método para determinar minerales”. Además completó la estructura global del paisaje de Giner de los Ríos aportando la visión geológica del mismo y fue maestro de muchos maestros en el campo de la geología española además de contribuir didácticamente a los programas educativos de la Institución Libre de Enseñanza. Junto a Salvador Calderón, Francisco Quiroga y Domingo de Orueta y Duarte es considerado como pieza fundamental en la modernización de la geología española. Nunca fue un geólogo aficionado, era un científico que participó en Congresos Internacionales, publicó sus trabajos en varios idiomas y realizó excursiones científicas con los mejores especialistas en geología.
Un ejemplo claro de ello es un estudio ya clásico en la historia del conocimiento geológico de la Serranía titulado: “Memoria sobre la Estructura de la Serranía de Ronda” publicado en la Imprenta de la Revista Medica, Cádiz 1874; con la metodología descrita, explica la formación del Tajo de Ronda. Sus palabras son un modelo de que el rigor científico puede ser compatible con la fácil comprensión de la lectura por parte de neófitos en las ciencias geológicas; la belleza de la descripción y la comparación que podemos hacer con la realidad actual del Tajo y sus márgenes, nos hacen transcribir textualmente esta parte del estudio: “…Cuando por primera vez lo observé, creí contemplar restos de algún antiguo glaciar; pero lo gastado de los cantos en general, su evidente estratificación y los restos marinos que con frecuencia se encuentran, me hicieron cambiar de parecer y me inclino a creer sea más bien un deposito litoral en el fondo de aquella bahía en donde se acumulaban los detritus que de esa parte de la Serranía acarreaban los antiguos torrentes. Este deposito, gracias a los permeables elementos de que esta compuesto y a la gran cantidad de carbonato de cal que las aguas que descienden de esa sucesión de montañas calizas traen en disolución, se halla tan fuertemente cementado pos esa sustancia, que constituye en general una roca en extremo coherente, y a esta particularidad se debe, en mi juicio la esencial estructura del Tajo de Ronda.  Al salir el río Guadiaro del estrecho y salvaje desfiladero en que lo aprisionan las sierras de Parauta y de la Gialda (en la actualidad Hidalga), entra en los poco resistentes depósitos Numulíticos y Terciarios, por donde se abre un ancho y apacible lecho. De esta manera corre el río unos cuantos kilómetros, hasta que encontrando esa tenaz y resistente formación que recubre los depósitos terciarios, la socava quedando otra vez aprisionado entre las paredes verticales como al cortar la serie de calizas secundarias en la sierra de la Gialda. Así atraviesa la ciudad de Ronda, hasta que cortada toda esa formación, vuelve a penetrar en los deleznables depósitos Terciarios.             Al llegar por segunda vez a estos depósitos, de nuevo los desgasta con facilidad suma, destruyendo al mismo tiempo la parte que constituye la base del conglomerado superior. Socavados gradualmente sus cimientos, se desploma por falta de suspensión la coherente roca en espantosa ruina, dando al Tajo ese sorprendente aspecto que presenta cuando se le ve desde el valle.             Por un medio kilómetro viene el río encallejonado entre las verticales paredes de la angosta brecha que divide a la ciudad de Ronda en dos porciones. Esta brecha que tiene cerca de ochenta metros de profundidad termina de una forma un tanto brusca. De repente se encuentra el conglomerado cortado a pico y en lo mas profundo del valle aparece la formación Terciaria. El río salva esta colosal ruina de mas de cien metros de elevación en una serie de bellísimas cascadas, hasta que penetrando otra vez en los blandos depósitos Terciarios corre apacible por el ameno valle cubierto de árboles frutales que es el principal adorno de la ciudad de Ronda… “.
Como vemos, es mucho más simple que lo que nos han contado tantas veces con terremotos y otras fantasías, se trata de erosión pura y dura del río Guadalevín o Guadiaro, como le llama Macpherson, sobre materiales geológicos de diferente dureza.


Pabellón Macpherson, en la ILE

Las fotos que ilustran el texto han sido cedidas por el Colectivo Cultural Giner de Los Ríos, de Ronda.

¿Quien descubrio el pinsapo, Boissier o Clemente Rubio?.

Andrés Rodríguez González Enero 5th, 2008

 Simón de Rojas Clemente Rubio ó Charles Edmond Boissier, ¿Quién fue el descubridor del Pinsapo?.

  Por Andrés Rodríguez González.

Según referencia bibliográfica de García Guardia (1), Simón de Rojas Clemente y Rubio perdió la herborización realizada en su “viaje por la Serranía de Ronda y de sus observaciones hechas en el reino de Sevilla en 1.807, 1.808 y 1.809…” como él, otros autores sobre flora andaluza recogen las palabras textuales del botánico más ilustre de comienzos del siglo XIX,  Mariano de Lagasca y Segura que sufrió la destrucción de “lo más selecto de mi herbario y biblioteca y lo que es más, todos mis manuscritos, fruto de treinta años de observaciones”(2). En efecto, la brutal represión desencadenada por Fernando VII en Madrid, extendió por toda España el ambiente antiliberal y anticientífico; en Sevilla el 13 de Junio de 1.810, las turbas arrojaron al río Guadalquivir casi todo el conocimiento botánico de la época en forma de herborizaciones y de notas científicas del gran Lagasca, pero, contrariamente a lo que se ha pensado durante doscientos años, el material de Simón de Rojas no desapareció en el Guadalquivir, ha permanecido donde se depositó, en el Real Jardín Botánico de Madrid. El error parte de las palabras de Lagasca que escribió “…Sevilla es el sepulcro de varias producciones útiles de ciencias naturales. Allí perdió Clemente el resultado de su viaje por la Serranía de Ronda…”. Desde entonces hasta el año 2.002, los investigadores han seguido estas palabras textualmente y se ha dado por desaparecido un material que estaba en el Archivo del Real Jardín Botánico de Madrid a disposición de quien quisiera estudiarlo, apilado en ocho gruesos tomos encuadernados en pergamino(3).

 

Es muy posible que en el Guadalquivir, además del material y las notas de Lagasca, también desapareciera un material conjunto que se sabe que estaban preparando Lagasca y Simón de Rojas y del que nunca se volvió a saber, (según Comunicación Personal de Antonio Gil Albarracin). 
Se ha pensado que la primera descripción del pinsapo la debió realizar Simón de Rojas en su viaje a la Serranía de Ronda y Grazalema en 1.809, así lo creen Calera y Montilla (4), en su estudio sobre el Pinsapar de Grazalema. Imposible que a una persona tan meticulosa, trabajadora y concienzuda como Simón de Rojas se le escapara la presencia de un árbol tan llamativo como el pinsapo. Calera y Montilla también citan en su trabajo que Simón de Rojas inicio en la materia al boticario malagueño Felix Haenseler que junto a su discípulo Pablo Prolongo, mostraron ramitas de pinsapo de sus herbarios a Boissier, cuando en 1.837  visitó Málaga.
¿Pero quien fue este casi desconocido Simón de Rojas Clemente Rubio (1.777-1.827)?.
Viajero incansable y científico emprendedor, gustaba de usar atuendos árabes, por lo que popularmente se le conocía como “el sabio moro”. Había nacido en Titaguas (Valencia) en una familia numerosa y modesta. Inicio estudios eclesiásticos en Castellón doctorándose en Filosofía y Teología en Valencia. Destacó por su inteligencia y su facilidad con las lenguas, llegó a dominar el griego, el árabe y el hebreo. Pronto abandonó la carrera eclesiástica y se orientó hacia la Historia Natural y la Botánica. Sus aficiones científicas se incrementaron cuando en 1.800 se instala en Madrid y entra en contacto con el Jardín Botánico. Con su discípulo de árabe Domingo Badia Lelich (de apodo Alí Bey) inicio un viaje por el sur de España, pronto el discípulo pasa al norte de Africa en un viaje de espionaje sufragado por Godoy, que, en compensación, encargó a Simón de Rojas que escribiera la Historia Natural del Reino de Granada, con especial atención a la explotación de los recursos naturales; el estudio lo inicio en 1.804 y continuo con diversos altibajos hasta 1.809; el trabajo que se debió publicar nunca fue terminado por avatares políticos y los cuadernos de campo elaborados detalladamente por Simón de Rojas han pasado a imprenta en el año 2.002.
En 1.805 Clemente Rubio fue nombrado bibliotecario del Real Jardín Botánico de Madrid, posteriormente se traslado a Andalucía para enseñar Agricultura en el “Jardín Experimental y de Aclimatación de La Paz”, creado en Sanlucar de Barrameda por Godoy y que fue destruido en la Guerra de la Independencia; entre 1.807 y 1.809 realizó estudios botánicos por las sierras de Sevilla, Málaga y la Serranía de Ronda. Estos diarios son los que se creía destruidos en Sevilla junto al material de Lagasca y han sido recuperados, estudiados y editados por Antonio Gil Albarracin (3).
El viaje por la Serranía de Ronda en 1809 lo inicia en Conil de la Frontera y concluye en Sevilla, tras haber pasado por lugares como Medina Sidonia, Alcalá de los Gazules, Ubrique, Benaocaz, Grazalema, Ronda, Yunquera, Carratraca, Álora, Cártama, Coín, Tolox, Júzcar, Cortes de la Frontera, Benaoján, Algodonales, El Coronil, y otros. Se incluyen descripciones extraordinarias y, como no podía ser de otro modo, escribe también de los pinsapos.
En estos cuadernos de viaje o de campo, son un modelo a la vez, de rigor y de frescura en las descripciones; en ellos, se aprecia una gran capacidad de trabajo, el uso de metodología científica en sus investigaciones con la consulta de toda la bibliografía existente y de los eruditos locales; describe las rocas, el magnetismo, la geografía, la minería, la agronomía, pero, además tomaba buena nota de la etnografía, la historia, las cuestiones sociales como el origen de la miseria de los pueblos y también, los modismos locales y hasta la estructura social. En general, todos los campos de conocimiento eran objeto de su curiosidad. Pero especialmente detalladas son las anotaciones botánicas que realizó. Su ritmo de trabajo era agotador, después de las marchas a lomos de caballerías, andando o escalando montañas, por la noche ordenaba el material recopilado para que nada de lo que había observado durante el día pudiera olvidársele.
Fue pionero en España en el empleo de la cámara oscura para el dibujo de paisaje directamente del natural. En el libro de Antonio Gil Albarracin se recogen algunos dibujos de la Serranía de Ronda, a destacar los de la Cueva del Gato, quizás estemos ante los dibujos de la cueva más antiguos de los que se tiene constancia.
En la cuestión que nos atañe, el pinsapo, encontramos varias referencias, entre las cuales se destacan las siguientes:
El día 28 de agosto de 1.809 visita los pozos de nieve de Grazalema, al describir las plantas del pico S. Cristobal, escribe textualmente: “El abeto, que es al árbol más común de entre todos ellos, llega hasta muy cerca de la cumbre”. Y más adelante “El pinsapo sólo sirve para tablas y vigas de casa y para leña” “El guarda sólo custodia el quejigo, el alcornoque y la encina”.
El 5 de septiembre de 1.809 marcha de Ronda a Tolox y la descripción del recorrido dedica un apartado bajo el nombre de “Abetos”  con el siguiente texto: “Entramos luego en el pinar en que hay algunos quejigos y todo lo demás pinsapos. Se parecen algo estos vistos a cierta distancia al ciprés por lo oscuro de su color y por su forma cónica, bien que el cono es de base más ancha y muy poco prolongado. Sus ramas salen casi horizontales y cuelgan por la punta arqueándose algo. Aquí se crían más altos (hasta más de 40 varas) que en el Pinar, al parecer por que a éstos del Pinar les cortan la guía de jóvenes para palas de hornos y otros usos, y los hay bastante gruesos. Uno de ellos, que llaman de las siete vigas, tiene en efecto siete ramas que suben muy altas y casi iguales muy perpendiculares, partiendo en cerco y con simetría alrededor del centro del tronco, que esta ileso; fenómeno hermoso que no deja de ser notable y que llama la atención cuantos pasan por este camino, hallándose por fortuna junto a él, a la izquierda, poco antes de llegar al Puertecillo de las Ánimas”. En sus Adiciones al libro clásico “Agricultura General” de Alonso de Herrera, también hace referencia a este monumental pinsapo.
En la Serranía de Ronda, tan sólo un monolito cerca del albergue de Tolox  sirve de homenaje a tan ilustre y, a la vez, olvidado, personaje (5).
Dos de sus obras, “Ensayo sobre las variedades de la vid común que vegetan en Andalucía” de 1.807 y “Ceres Hispanica”, ésta escrita conjuntamente con Lagasca, son consideradas entre los estudios de agronomía mas avanzados de su época.
Le toco vivir un periodo de la historia de España convulso y difícil, después de la Guerra de la Independencia fue desposeído de su trabajo en el Jardín Botánico y se exilio en su pueblo natal, sufrió la persecución de la Inquisición aunque no llegó a ser condenado, en el Trienio Liberal fue diputado a Cortes y de nuevo, el retorno del absolutismo le desposeyó de su trabajo hasta que en el último año y medio de su vida, de nuevo fue reintegrado a su trabajo y llegó a ser Director del Real Jardín Botánico.
A pesar de la época histórica que le tocó vivir, entre la ilustración y el absolutismo y en medio de una guerra, nunca dejó de investigar y trabajar, se le reconoció internacionalmente con varias distinciones y parte de sus obras agronómicas se tradujeron a varios idiomas.
Murió en Madrid el 27 de febrero de 1.827, sus restos se dan por perdidos ya que fueron depositados en una fosa común de un cementerio situado cerca de la Puerta de Toledo.
Poco más conocidos que Simón de Rojas son Haenseler y Prolongo. Felix Haenseler (1.766-1.841), de origen bávaro, ejerció de boticario en Carratraca, Estepona y Málaga. Reunió un interesante herbario y debió tener un prestigio considerable entre los botánicos de la época, a él acudió Boissier en su viaje a Andalucía. La atención y ayuda que Boissier encontró debió ser importante puesto que le dedicó algunas especies nuevas de plantas que descubrió. Otro mérito muy poco conocido de Haenseler es que describió por primera vez en Europa la presencia del meloncillo, fue en Estepona, donde vivió nueve años. En 1.823 entra como aprendiz en la farmacia el joven malagueño Pablo Prolongo (1.806-1.885) a quien Haenseler introduce en el mundo de la química y la botánica. Para ampliar estudios, Prolongo permanece en Madrid entre 1.825 y 1.832 allí obtiene los títulos de bachiller y licenciado en farmacia, además de realizar estudios de zoología, botánica y mineralogía en el Museo de Historia Natural.
Ya establecido en su ciudad natal, Prolongo abrió una botica en la malagueña calle Salinas que se convirtió en un autentico centro de sabiduría. Se dedicó a herborizar la flora de la provincia de Málaga junto a su maestro Haenseler, pero su actividad no se limitó al estudio de las plantas, aportó soluciones eficaces en la epidemia de cólera de 1.854, también el problema de los parásitos en las vides fue estudiado por él, aconsejando el uso de azufre en los tratamientos. Prolongo fue el primer boticario en preparar en Málaga cloroformo. De su obra escrita sólo se conserva un estudio sobre las aguas del manantial de Carratraca y otro sobre las malformaciones de los cítricos. Aunque reconocido en su tiempo como socio en varias Academias y Sociedades científicas, hoy, apenas se le recuerda como precursor en el descubrimiento del pinsapo. Hace unos años se pusieron en contacto con este autor descendientes de Prolongo que viven en Argentina con el propósito de organizar un homenaje o reconocimiento a tan interesante personaje.
 Como ya he comentado con anterioridad, muy relacionado con Haenseler y Prolongo se encuentra Charles E. Boissier (1.810-1.885). En la época en la que el llega, España esta casi absolutamente inexplorada botánicamente hablando y lo poco que se conocía había sido destruido como con el caso Lagasca o almacenado sin más como el material de Simón de Rojas, dos ejemplos de la torpeza y miopía política de la que se ha hecho gala en este país. Con esta situación y la importancia de sus descubrimientos, no es de extrañar  que a Boissier, se le considere como el padre de la botánica andaluza.

 Uno de los motivos por los que Boissier vino a Andalucía era la investigación ya que las posibilidades de descubrir nuevas especies en Europa estaban muy agotadas, pero también la visión romántica que otros viajeros habían trasmitido en Europa (6); efectivamente, el ginebrelino Boissier, forma parte de un grupo de científicos y viajeros que atraídos por la Andalucía y las posibilidades de nuevas descripciones de especies, viajan a nuestra región (7). Por fortuna, actualmente se sabe mucho más de este personaje que hace unos años cuando, sólo unos pocos afortunados conocían su extraordinario trabajo (8).
Por su nieto Auguste Barbey (9) conocemos la excepcional personalidad de Boissier; en su libro, “A travers les forêts de pinsapo d´Anadalusie”, traducido en el año 1.996, nos muestra a un científico cariñoso y entrañable que poseía una extraordinaria capacidad de observación y sólidos conocimientos botánicos, un sabio alegre, sociable, que reía casi siempre, animoso, abierto a todo el mundo, en sus viajes infundía fuerza física y moral a sus acompañantes, pero a la vez, era persona de extraordinaria modestia e indulgencia. Todo ello retratado por Barbey con extraordinario cariño y devoción.
Boissier fue un incansable viajero que recorrió España, Argelia, Grecia, Egipto, Siria y Australia. Había sido discípulo de botánicos insignes como De Candolle en Ginebra y de Philip Barker Webb en París, este último había recorrido Andalucía en 1.827; sin duda animado por él, preparó metódicamente su viaje, estudiando todos los detalles y aprendiendo español. Tal vez su maestro en París le había aconsejado la búsqueda del abeto andaluz.

 

Recreación del viaje de Boissier para una serie de Televisión Española, el autor del artículo representa al personaje.
Su experiencia botánica en Andalucía se tradujo en la publicación de cinco obras pero sin duda, la aportación más importante de Boissier al conocimiento botánico fue “Voyage botanique dans la midi de l Espagne pendans l annne 1.837” publicado en París en un formato de dos volúmenes, espléndida obra de gran belleza, acompañada de geniales láminas dibujadas por M. Heyland, donde se la que muestra con rigor y detalle los acontecimientos de su viaje, además, describe 1.900 plantas de las cuales 236 se dieron a conocer por primera vez para la ciencia.
En 1.837 llega a Motril, y por caminos costeros continua hasta Málaga, donde contacta con Pablo Prolongo y Félix Haenseler, los dos farmacéuticos malagueños que con su colaboración entusiasta y desinteresada le mostraron sus herbarios en los que vio por primera vez ramas y acículas de pinsapo. El día 11 de mayo sube a la sierra de Mijas y continua hasta Estepona para buscar, el pino o abeto cuyas ramitas le habían enseñado los farmacéuticos malagueños, en Sierra Bermeja pudo ver los pinsapos pero no vio ninguna piña, por lo tanto no podía describir la especie ni tan siquiera el género de aquel curioso árbol al que los lugareños llamaban “Pinsapo” o “Pinzapo”. Desde Estepona se dirige a Ronda con la idea fundamental de conocer la belleza de la ciudad de la que le habían hablado y su famosa Feria de Mayo. Desde Ronda marcha a Gibraltar y de nuevo regresa a Málaga donde descansa y ordena su material, de nuevo se pone en marcha herboriza en Sierra Tejeda antes de llegar a Granada. A lo largo de 16 días realiza su esforzado trabajo en Sierra Nevada, tan sólo al alcance de montañeros con experiencia y con gran fortaleza y absolutamente entusiasta en su misión botánica. Desde Granada, ya a finales de septiembre, se encaminó de nuevo a Málaga y se sube ahora a la Sierra de Las Nieves para tratar de identificar científicamente el pinsapo, tiene la suerte de hallar árboles con piñas, ya puede definir el género y la especie como “Abies pinsapo”, tiene el detalle de mantener el nombre popular, cualquier científico engreído le hubiera puesto su nombre propio. A principios de octubre parte a Cádiz y por Sevilla y Madrid se dirige a su país.
Sus descripciones son un modelo de rigor científico, un ejemplo de literatura histórica y de calidad literaria. Recoge gran cantidad de anécdotas ligadas a lo extraño que resultaba en los pueblos andaluces la presencia de un extranjero que se pudiera dedicar sólo a estudiar y recolectar plantas. A veces le confundieron con espía, otras por buscador de oro, hasta una familia de Trevelez le confundió con un pariente que, quince años antes, había emigrado a América. Pocos autores extranjeros han descrito una corrida de toros en la plaza de Ronda tan bien documentada, la vida de la ciudad en fiestas, el folklore popular, la vida en las posadas, su relación con los lugareños con tanta perfección, detalles y cariño como Boissier. 
El estudio detallado del libro “Voyage botanique dans la midi…” sale de los objetivos de este artículo pero dos pasajes creo deben ser comentados con detalle.
Uno es la descripción de la corrida de toros a la que asistió en Ronda. Después de analizar con detenimiento la plaza y el público asistente se centra en el propio espectáculo, los atuendos y la lidia, utiliza expresiones en castellano cuando son necesarias y termina, como buen extranjero, con las siguientes palabras: “En Ronda teníamos como matador de toros al célebre Montes, la primera espada de España y la gloria de la tauromaquia; su fama había contribuido poderosamente a atraer a la corrida una afluencia considerable de gente y aquella tarde acabó con todos los toros que tenía que lidiar con una rara destreza y con el fragor de unos aplausos frenéticos. Seis toros y una docena de caballos perecieron en esta función que duró más de tres horas, el público se retiró, cada uno discutiendo, tomando partido por el mérito de uno u otro combatiente. Ni un solo torero fue herido, casi podría decir que lo sentí por lo odioso y cobarde que encontraba este combate tan desigual entre un grupo de hombres aguerridos y avezados que apenas se exponen, y un desgraciado animal irresistiblemente condenado a muerte y torturado a fuego lento.”
La descripción del descubrimiento del pinsapo es, para mi, el punto central de toda la obra. Acompañado por Prolongo y Haenseler en otoño sube a la Sierra de La Nieve pasando por Cartama, Casarabonela, Alozaina y Yunquera, desde allí se encaminan al Convento de Nuestra Señora de Las Nieves. Por las descripciones que hace se puede deducir que la vegetación arbórea estaba bastante esquilmada, sin duda, por las talas realizadas, años atrás, para alimentar los altos hornos de galena antimonial de las minas de S. Eulogio, muy próximas al convento.
Sin duda es mejor utilizar sus propias palabras para describir el momento en que localiza su objetivo: “El guía nos mostró desde lejos el primer pinsapo. Dando gritos de alegría corrimos llenos de emoción, pero, desgraciadamente, el árbol no tenía fruto. Un segundo, un tercer, me dan falsas esperanzas sucesivamente. Al fin, soy lo bastante afortunado como para encontrar uno, cuyas ramas superiores están cargadas de piñas tiesas. Nos apresuramos a trepar para cogerlas, y ya no nos queda duda sobre el género de este árbol singular. Era, ciertamente, un Abies, vecino de nuestro abeto blanco. El principal objetivo de mi excursión estaba logrado…”.
Hace poco más de un año, el autor de este artículo representó al personaje de Boissier en un documental sobre los pinsapares emitido por Televisión Española dentro de la serie “El Bosque Protector”. En Sierra Bermeja y la Sierra de Las Nieves, mientras se gravaban las imágenes, vestido de época, encaramado a un mulo, acompañado de un arriero auténtico de Genalguacil que representaba a su guía,  pude experimentar una extraña sensación que quise imaginar parecida a la que debió sentir Boissier en el momento del descubrimiento.
La Taxonomía es una parte de la Biología que se encarga de catalogar y dar los nombres científicos en latín o latinizados, Genero y especie (por ejemplo Abies pinsapo) a las nuevas especies que se van describiendo. Simón de Rojas Clemente Rubio fue el primer investigador, que se conozca hasta ahora, que identifico el pinsapo como un abeto y que hizo descripciones sobre él, lo hizo en el año 1.809; si Clemente hubiera publicado en una revista especializada o en un libro su descubrimiento y le hubiera dado un nombre científico, actualmente se consideraría como su descubridor, pero en realidad, quien hizo ese trámite fue Charles Edmond Boissier 28 años más tarde, por lo tanto, el mérito de la descripción de la nueva especie es de Boissier, científicamente hablando.
 

 

Existen interesantes imágenes que recrean la visita de Boissier a los pinsapares en un CD titulado “Parque Natural Sierra de Las Nieves” elaborado por acuerdo de la Junta Rectora del Parque Natural con el apoyo de la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía, fotografías del parque se pueden encontrar en el dominio  www.laserranianatural.com., algunas son fotografías del autor del artículo.
 Las mejores imágenes de Clemente Rubio se encuentran en el magnífico libro que sobre este personaje editó Antonio Gil Albarracin (3).

Bibliografía:
(1) García Guardia, G . “Flores Silvestres de Andalucía”. Editorial Rueda 1.988.
(2) Pezzi Ceretto, M. Estudio preliminar del “Viaje Botánico al sur de España durante el año 1.937, de Charles Edmond Boissier. Edita Fundación Caja de Granada y Universidad de Málaga. 1.995.
(3) Clemente  Rubio, Simón de Rojas. “Viaje a Andalucía. Historia Natural del Reino de Granada. 1.801-1.809”. Editado por Antonio Gil Albarracin en el año 2.002. GBG Editora. Almería.
(4) Calera González, A. y D. Montilla Castillo. “El Pinsapar”. Educa nº 27 pag. 27-32. 1991.
(5) Flores Domínguez, R. y A. Rodríguez González. “La Sierra de Las Nieves. Guía del Excursionista”. 304 páginas. Editorial La Serranía. Ronda 2.005.
(6)  Garrido Domínguez, A. “Rondando Ronda y sus viajeros”. Edita Colectivo Cultural Giner de los Ríos”. Ronda 2.004.
(7) Jiménez, F. “El viaje botánico a Andalucía de Edmond Boissier”. Jábega nº 41 pág. 65-75. 1.983.
(8) Equipo Arrayán. Artículos publicados en la revista “Ronda y La Serranía” nº 15, 21 y 22.
(9) Barbey, A. “A través de los bosques de Pinsapos de Andalucía”. Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía. Sevilla 1.996. Traducido del original  editado en París en 1.931.
 

Boissier

Andrés Rodríguez González Diciembre 15th, 2007

CHARLES EDMOND BOISSIER       

…muy cerca de allí, el guía nos enseño desde lejos el primer pinsapo; dando gritos de alegría corrimos llenos de emoción, pero por desgracia el árbol no llevaba ningún fruto, un segundo, un tercero me dieron sucesivamente falsas esperanzas, al fin tuve bastante suerte y vi uno cuyas ramas superiores estaban cargadas de conos erguidos. Nos apresuramos a trepar para recogerlos y ya no quedaron dudas sobre el género de está árbol singular. Era ciertamente un Abies próximo a nuestro abeto común…

Con estas palabras describe Boissier el segundo encuentro con los pinsapos que le permite descubrir que se trata de un abeto desconocido hasta entonces para la ciencia. Un  descubrimiento, que para un científico, llena sus aspiraciones más elevadas. Pero Boissier no era sólo un botánico excepcional, verdadero descubridor de la flora andaluza, era también un hombre excepcional, un observador agudo de la sociedad andaluza que encuentra en su viaje y también un magnífico analista del paisaje de la Serranía de Ronda.       
Agotadas las posibilidades de descubrir nuevas especies en  Europa, y mientras la mayoría de españoles sólo tienen ojos para América, Charles Edmond Boissier forma parte de una pléyade de botánicos y viajeros que atraídos por la visión romántica  de Andalucía y las posibilidades de nuevas descripciones de especies, viajan a nuestra región.        
Llega a las costas de Granada en 1.837, con 31 años de edad, y desde el primer momento realiza un trabajo metódico, muy científico, con claras descripciones y extraordinarios dibujos que provocaron la admiración de sus contemporáneos y de los botánicos que le siguieron. Boissier que poseía una extraordinaria capacidad de observación y sólidos conocimientos botánicos, tuvo la inmensa suerte de contactar  con Pablo Prolongo y Félix Haenseler, dos farmacéuticos malagueños y con Rambur un entomólogo (estudioso de los insectos) francés  que vivía sobre esa época en Málaga. Los farmacéuticos, muy aficionados a la botánica, de forma entusiasta y desinteresada le mostraron sus herbarios en los que vio por primera vez ramas y acículas de pinsapo.
Boissier había nacido en Ginebra en 1.810, murió en 1.885, fue discípulo del célebre botánico De Candolle y de P. Barker Webb que habia recorrido Andalucía en en 1.827 y que sin duda, le inculcó el interés por esta tierra.        
En su aspecto personal era un hombre de fé, un cristiano activo, un ser sociable, simpático, risueño, abierto, de gran fortaleza física y moral que sabia infundir a sus acompañantes en sus largas expediciones, a pesar de sus inmensos conocimientos no era un sabio pedante, muy al contrario, era modesto, amable y servicial.  Antes de venir a Andalucía había preparado con detalle el viaje y había aprendido español. Con tales atributos no es de extrañar que se granjeara el afecto de cuantos le conocieron.        
Sus conocimientos botánicos le vinieron de sus buenos maestros y de sus muchos viajes, recorrió España, Argelia, Grecia, Siria, Australia y Egipto, publicó excelentes trabajos y llegó a reunir uno de los mejores herbarios de Europa.        
En 1.836 Boissier comienza su exploración botánica en Andalucía, publicó sus primeros hallazgos en 1.838 (“Notice sur l´Abies pinsapo”), después vendrían nuevas campañas de exploración y la publicación por entregas entre 1.839 y 1.845 de la espléndida obra en dos tomos “Voyage botanique dans le midi de l`Espagne” acompañada de geniales láminas dibujadas por M. Heyland. En el primer volumen de la obra narra sus impresiones y los sucesos del viaje, describiendo 1.900 especies en el reino de Granada de las que 236 las dio a conocer por primera vez para la ciencia. En el segundo volumen se incluye la descripción latina de las especies e interesantísimas observaciones sobre cada una de ellas.   

   

  
En Estepona, en Mayo de 1.837, localiza los primeros pinsapos o pinzapos, (de ambas formas le llamaban los naturales de la zona), que ya conocía por los herbarios de sus amigos malagueños Haenseler y Prolongo, pero al no tener piñas los árboles en ese momento, no puede identificar la especie. Después de viajar y recolectar infinidad de especies en Sierra Nevada, regresa a La Serranía de Ronda y por fin puede localizar pinsapos con piñas, esta vez en Septiembre, en la Sierra de Las Nieves (ver el inicio).        
En sus viajes por Andalucía le ocurrió casi de todo, le tomaron por espía, le confundieron en Trevelez con un paisano del pueblo que había emigrado a América, creyeron que era un buscador de oro, en sus escritos comenta que lo único que no tuvo fue un encuentro con los bandoleros que , en aquellos tiempos, asolaban los caminos.       
 Sus descripciones son un modelo de rigor científico y también un ejemplo de literatura histórica. Pocos autores extranjeros han descrito las corridas de toros, el paisaje de Ronda, las fiestas populares, la vida en las posadas, los personajes y sus trajes de “majos” (en castellano en el original),  etc. con tanta perfección y detalle como Boissier.       
 La descripción de la corrida de toros que presenció Boissier en mayo de 1.837 en Ronda es un claro ejemplo de la calidad y perfección en los textos de este sabio como he comentado anteriormente, incluso tratándose de algo tan ajeno y novedoso para un botánico y, además, extranjero, que como tal, toma partido por el toro cuando dice en un párrafo de su detallada descripción “… Ni uno sólo de los toreros resulto herido; diré que, a punto estuve de lamentarlo, tan odioso y ruin me parecía este combate desigual entre una banda de hombres aguerridos y entrenados que apenas se exponen y un desdichado animal irresistiblemente condenado a muerte…”. Para más detalle y deleite recomiendo a los lectores tanto el libro de Boissier traducido en 1.995 como el artículo Edmundo Boissier aparecido en la revista Ronda y la Serranía en 1.982.        
Casi un siglo después del recorrido de Boissier por Andalucía, llega a la Serranía su nieto A. Barbey, que publica en 1.931 un libro titulado “A travers les Forests de Pinsapo d’Andalusie”, libro que, incomprensiblemente, no se ha traducido al castellano hasta el año 1.996. Se describen los bosques de pinsapos y su fauna parásita de insectos y va acompañado de varias fotografías de personas relacionadas con el pinsapar y otras que permiten apreciar las diferencias entre los pinsapares de aquella época, en absoluta decadencia y la situación actual. En uno de los capítulos del libro, titulado “Homenaje a mi abuelo” describe con tal cariño a nuestro personaje, cuenta anécdotas familiares, recoge documentos que engrandecen a Boissier, que vuelvo a no tener mas remedio que recomendar su lectura.
Para terminar quiero pedir un reconocimiento público a Edmond Boissier aún sabiendo que a él le daría igual y recoger las palabras que uno de sus biógrafos le dedico en su muerte “…Nunca jamas hizo ostentación de sus convicciones; era su rara perfección moral la que le indicaba cómo debía ayudar. A pesar del asiduo trabajo en el cual se volcaba, Boissier siempre tuvo el aire y las formas de un sabio que no vive nada más que para sus libros. Era el hombre más sonriente, sociable, todo amabilidad, abierto a todos los interesados, accesible a todo el mundo, abrazando de corazón el bien de la iglesia libre de Valleyres, como si fuera un hombre que no hubiera tenido otra ocupación.”.

Bibliografía.
“Viaje Botánico al Sur de España durante el año 1.837″. Charles Edmond Boissier. Traducción Francoise Clementi. Edita Fundación Caja de Granada. Universidad de Málaga. 1.995.
“A través de los Bosques de Pinsapo de Andalucía”. A Barbey. Traducción de Fernando Diaz del Olmo. Edita Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía. 1.996.
“Edmondo Boissier”. Equipo Arrayan. Revista Ronda y la Serranía. Septiembre de 1.982.

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