Efemérides para octubre 2013
Andrés Rodríguez González Octubre 1st, 2013
El incidente del equinoccio de otoño: Lo que pudo ser el fin del mundo
El teniente coronel ruso Stanislav Petrov estaba en su puesto de mando de la base de Serpujov-15, como era su deber, a las doce y quince minutos del viernes 26 de septiembre de 1983. De repente la pantalla se iluminó en rojo indicando que un misil intercontinental había sido lanzado desde su base en Estados Unidos. Pocos segundos después eran cinco los misiles que, según indicaba la pantalla, se dirigían hacia la Unión Soviética. En cuarenta minutos impactarían en la URSS. Los datos siempre habían sido fiables y eran suministrados por un satélite ruso a este Punto Central de Mando de los Sistemas de Detección de Ataques con Misiles situado a un centenar de kilómetros al sur de Moscú.
En un primer momento sospechó que se trataba de una falsa alarma, debida a algún error informático. Si Estados Unidos hubiera decidido atacar, no lo hubiera hecho con un solo misil, pensó el teniente coronel ruso. Además, la fiabilidad del sistema de satélite utilizado entonces había sido cuestionado. Pero las alarmas que siguieron advirtiendo de cuatro nuevos misiles resultaban muy clarificadoras. «Les dije a los hombres bajo mi mando que volviesen a sus tableros de control, pero por el momento no tomamos ninguna decisión».
Durante aquellos angustiosos momentos el destino de la Humanidad pendió de este ingeniero informático que decidió guiarse por su instinto y no informar al secretario general del PCUS Yuri Andropov, al ministro de Defensa y al jefe del Estado Mayor ruso. El protocolo indicaba que una vez detectado un misil que se dirgía a suelo soviético, el jefe de la base debería informar a sus superiores e inmediatamente se iniciaba el mecanismo de respuesta.
Petrov desobedeció las órdenes y esperó. Pasaron los minutos y todo siguió tranquilo. Ningún misil cayó en territorio soviético. Con su sangre fría había evitado un ataque nuclear contra los Estados Unidos que habría desencadenado la peor pesadilla de la Guerra Fría.
Fue uno de los mayores héroes de la historia de la humanidad pero él personalmente lo perdió todo con aquella decisión. Petrov fue expulsado del Ejército soviético como castigo y sufrió una crisis nerviosa que le obligó a recibir atención psiquiátrica.
La decisión de Petrov se mantuvo en secreto en la URSS hasta que su historia salió a la luz en 1993. El exmilitar vive actualmente en el pueblo ruso de Friasino como un pensionista marcado para siempre por la enfermedad. Aquel 26 de septiembre arruinó su carrera y su salud con una decisión que salvó al mundo del holocausto nuclear. Tuvo que esperar a 2004 para recibir el premio «World Citizen Award». La ONU le rindió un homenaje dos años después.
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