La Formación del Tajo de Ronda
Andrés Rodríguez González Marzo 11th, 2010
COMARCA LA SERRANIA DERONDA
¿Cómo se pudo formar el Tajo de Ronda?
José Macpherson y Hemas, junto a Domingo de Orueta y Aguirre y el hijo de éste Domingo de Orueta y Duarte, ha sido unos de los más importantes estudiosos de la Geología de la Serranía de Ronda. A él se debe la hipótesis de formación del famoso Tajo de Ronda y las formaciones geológicas asociadas a él, más admitida a pesar de ya tener unos años desde que se formulo.
Mac-Pherson, de origen escoces, evidentemente, publica en Cádiz, en 1874 su “Memoria sobre la Estructura de la Serranía de Ronda” editado en la Imprenta de la Revista Medica; en este estudio, entre otras cosas, explica claramente la formación del Tajo de Ronda. Sus palabras son un modelo de que el rigor científico puede ser compatible con la fácil comprensión de la lectura por parte de neófitos en las ciencias geológicas; la belleza de la descripción y la comparación que podemos hacer con la realidad actual del Tajo y sus márgenes, me hacen que trascriba textualmente esta parte del estudio:
…Cuando por primera vez lo observé, creí contemplar restos de algún antiguo glaciar; pero lo gastado de los cantos en general, su evidente estratificación y los restos marinos que con frecuencia se encuentran, me hicieron cambiar de parecer y me inclino a creer sea más bien un deposito litoral en el fondo de aquella bahía en donde se acumulaban los detritus que de esa parte de la Serranía acarreaban los antiguos torrentes.
Este depósito, gracias a los permeables elementos de que está compuesto y a la gran cantidad de carbonato de cal que las aguas que descienden de esa sucesión de montañas calizas traen en disolución, se halla tan fuertemente cementado por esa sustancia, que constituye en general una roca en extremo coherente, y a esta particularidad se debe, en mi juicio la esencial estructura del Tajo de Ronda.
Al salir el río Guadiaro del estrecho y salvaje desfiladero en que lo aprisionan las sierras de Parauta y de la Gialda (en la actualidad Hidalga), entra en los poco resistentes depósitos Numulíticos y Terciarios, por donde se abre un ancho y apacible lecho.
De esta manera corre el río unos cuantos kilómetros, hasta que encontrando esa tenaz y resistente formación que recubre los depósitos terciarios, la socava quedando otra vez aprisionado entre las paredes verticales como al cortar la serie de calizas secundarias en la sierra de la Gialda.
Así atraviesa la ciudad de Ronda, hasta que cortada toda esa formación, vuelve a penetrar en los deleznables depósitos Terciarios.
Al llegar por segunda vez a estos depósitos, de nuevo los desgasta con facilidad suma, destruyendo al mismo tiempo la parte que constituye la base del conglomerado superior. Socavados gradualmente sus cimientos, se desploma por falta de suspensión la coherente roca en espantosa ruina, dando al Tajo ese sorprendente aspecto que presenta cuando se le ve desde el valle.
Por un medio kilómetro viene el río encallejonado entre las verticales paredes de la angosta brecha que divide a la ciudad de Ronda en dos porciones. Esta brecha que tiene cerca de ochenta metros de profundidad termina de una forma un tanto brusca.
De repente se encuentra el conglomerado cortado a pico y en lo más profundo del valle aparece la formación Terciaria. El río salva esta colosal ruina de más de cien metros de elevación en una serie de bellísimas cascadas, hasta que penetrando otra vez en los blandos depósitos Terciarios corre apacible por el ameno valle cubierto de árboles frutales que es el principal adorno de la ciudad de Ronda…
Como vemos, es mucho más simple que lo que nos han contado tantas veces sobre la formación del Tajo a base de terremotos que parten y separan los barrios de la Ciudad y del Mercadillo y otras fantasías por el estilo.
Se trata de erosión pura y dura del río Guadalevín o Guadiaro, como le llama Macpherson, sobre materiales geológicos de diferente dureza; los materiales geológicos más blandos, arcillas, están en la base, sobre ellos se encuentran otros más duros como los conglomerados y las calcarenitas (areniscas con cal y fósiles marinos), el río perfora estos materiales más duros formando un cañón, cuando encuentra los más blandos, se los “come” con mucha facilidad, erosionada la base del cañón, las paredes se derrumban, como ocurre con los acantilados del mar.