Imágenes de un Otoño que se muere.
Andrés Rodríguez González Diciembre 19th, 2012
Serranía de Ronda, país de contrastes.
Con esas palabras definía el gran geólogo alemán Durr, el paisaje de la Serranía.
Contrastes que se manifiestan con toda su belleza en un el otoño que llega a su fin,
y con toda su dureza, cuando el otoño, además, es lluvioso.
Es entonces cuando las setas crecen por doquier
y las piñas de los pinsapos se abren,
dejando volar su simiente, como vienen haciendo los últimos millones de años.
Pasa la vida, como vienen unas aves y se van otras.
Los días nacen con intensas heladas o espesas nieblas que son un mar de nubes,
y dan paso, en tan solo una línea que asemeja al borde mareal costero,
a una luz intensa con una atmósfera nítida limpiada por las lluvias intensas.
La Sierra de las Nieves mira por encima del mar de nubes a su hermana gemela la Sierra de Grazalema.
Y en un momento, el cielo se cubre de nuevo de oscuras nubes,
los chubascos intensos empapan la saciada tierra,
los regueros se transforman en atrevidos torrentes,
y el arco iris ilumina el cielo como presagio,
de que los dioses están siempre presentes, porque nacieron para servirnos.
Y las abejas, aprovechando las pocas horas de calor,
recogen néctar y polén de las flores que los atrevidos nísperos,
se atreven a exponer a las heladas, junto a los madroños,
son únicos árboles que desafían con sus adornos las bajas temperaturas,
para, con los maduros membrillos, los duros quejigos y las doradas hojas marchitas de los castaños,
aportar la nota de colores diferentes a los intensos verdes que dominan el paisaje de la Serranía de Ronda,
en el País de los Contrastes donde los días de otoño se mueren con las puestas de sol más maravillosas del mundo.
Donde hasta el subsuelo es bello y agreste a base de simas y cuevas.
Sol y sombras, montañas desnudas y frondosos bosques, muerte y vida, luz y niebla, nieve y de nuevo, sol.
Contrastes que forjan la personalidad de la Serranía de Ronda.