Ha muerto Molinera
Andrés Rodríguez González Noviembre 20th, 2016
Ha muerto Molinera. Mediados de Noviembre de 2016.
Recién llegado de Madrid retomo mi actividad, mis contactos para salir al campo y mis tareas por hacer. Entre éstas últimas se encuentra un proyecto pedagógico con una de las personas que más aprecio y admiro, mi amigo Isidro García Cigüenza. Una persona admirable y muy trabajadora que, entre otras muchas virtudes tiene la inteligencia, el optimismo, la claridad y la persistencia en sus muchas iniciativas, la capacidad de trabajo y la cercanía a la gente. Cosas, todas ellas, que por carecer yo de esas virtudes, me provocan envidia sana.
Hablo con Isidro vía teléfono y como siempre le pregunto por María Guillen, su mujer, excelente ceramista y hospitalaria como pocas personas conozco, por sus hijos, ambos ya fuera de la casa familiar y por su burra Molinera. Me informa de su fallecimiento, inesperado a pesar de ser una burra vieja y repentino, sin ningún síntoma que hiciera presagiar tan temido e inevitable fin. No hacía mucho que ambos habían regresado de La Alpujarra, por supuesto andando ida y vuelta. Su compañera Molinera se había portado como siempre, bien, muy bien; no sólo había cargado con el hato propio para tan larga marcha, había sido una compañera de viaje fiel, como era ella, sin añoranza de su anterior dueño, atenta al camino y a las circunstancias que lo acompañan, siempre buscando la vereda más lógica, que en estos tiempos de usurpación de caminos por propietarios ambiciosos y por obras públicas despilfarradoras, casi nunca es el más fácil ni el más corto en distancia. Solo los burros tienen un sexto sentido para percibir los caminos más fáciles y los peligros que en ellos habitan tanto para ellos como para sus dueños.
Molinera era obediente en grado sumo con la voz, los susurros y las caricias de Isidro. Cuando la adquirió, según cuenta, Molinera no estaba en buenas condiciones físicas, ni de alimentación ni de cuidados. Isidro la dio de comer, la cuidó y le dio cariño. Molinera respondió como lo que era, un animal inteligente, un burro, con agradecimiento, con fidelidad hasta la muerte y con aceptación de lo que en la vida le había tocado ser: Una Burra. Nada que ver con los humanos, ambiciosos, siempre descontentos y desagradecidos. No me extraña que Isidro, prefiera para sus largos recorridos por esos caminos perdidos, o casi, de Andalucía la compañía de alguien tan fiel como su burra Molinera.
Pocas cosas existen en la vida tan elegantes como el movimiento de un culo bien movido, a diferencia de algunas humanas que saben moverlo muy bien, casi todas las burras lo mueven muy bien, Molinera era, para mí, la burra que mejor movía el culo de cuantas yo he visto, y he visto muchas que para esos soy de pueblo.
Molinera, fue un placer conocerte. Cuando el ser que te habitaba se reencarne de nuevo, seguro que eligirá otra burra para hacerlo.