PAISAJES DE LA SERRANÍA: FRANCISCO FLORES ARROCHA
Andrés Rodríguez González Diciembre 20th, 2019
PAISAJES DE LA SERRANÍA:
FRANCISCO FLORES ARROCHA
El 31 de diciembre de 1932 murió tiroteado por la guardia civil el considerado último bandolero de la Serranía de Ronda. Va ha hacer 87 años de aquellos terribles acontecimientos.
Francisco Flores Arrocha era de Igualeja y poseía un buen rebaño de cabras que le permitía vivir con cierta holgura económica, ni él ni su familia pasaba hambre. Era natural de un pueblo de la Serranía de Ronda, Igualeja, estaba casado con María Gil, de Parauta. Francisco, como otras personas, quiere ampliar sus tierras e intenta comprar a su suegro una finca conocida como “La Mentirola”, en La Fuenfría, próxima al lugar donde tenía su rebaño en tierras arrendadas. A pesar del parentesco, el suegro se niega a venderle el trozo de tierra y prefiere vender a un primo de Flores Arrocha llamado Salvador Becerra Flores. Al parecer esa finca se la había prometido su suegro a Flores varios años antes, por lo que el proceder a venderla a su primo Salvador, con el que se llevaba bien, fue interpretado por Flores como una afrenta grave.
Es necesario situarse en la época y en el lugar del que estamos hablando, la Serranía en general e Igualeja en particular donde existe un sentido de la propiedad exagerado y un afán de poseer más terreno, más castaños y más de todo que el vecino o el familiar. A Flores, en su pueblo, le calentaban la cabeza con el trato del suegro con el primo, pero él siguió intentando hacerse con La Mentirola, vendió parte de su ganado para conseguir dinero en efectivo con el que pagar el terreno y abonar la señal que había dado su primo que, tal vez por no escucharle, aparentemente cedió en los derechos de compra ya adquiridos. Una vez vendido parte del ganado, Becerra se desdice y sigue adelante con el trato de la finca; al parecer, el hermano de Becerra le quita todos los pastos que Flores tenía arrendados, alegando al propietario que Flores ya no tenía animales, cosa que era incierta, ya que no había vendido todas las cabras. El plan era arruinar a Flores y echarlo de las inmediaciones de la finca. El suegro sigue sin ver clara la posible venta a su yerno y termina por vender definitivamente las tierras a Becerra. Flores le ofrece hasta 10.000 reales más por la recompra, sin el menor éxito.
Ante el desarrollo de los acontecimientos Flores Arrocha jura vengarse. Adquiere en Ronda un escopeta y se pavonea por el pueblo hablando de justicia y muerte. En septiembre de 1931 se dirige armado a la casa de su primo, cuentan que le sorprendió en la vereda a lomos de un mulo en el que llevaba a su hija pequeña, después de intentar una vez más recomprarle la finca, le amenaza e intenta sujetar las riendas del mulo, Salvador más fuerte y desde lo alto del animal le da un manotazo, Flores da unos pasos en dirección contraria a la de Salvador que ya ha reanu8dado la marcha a la Fuenfria, pero en lugar de alejarse, Flores se echa la escopeta a la cara y por la mala visibilidad o por que era un mal tirador, dispara hiriendo a Becerra y matando a la hija que se había puesto en la parte de atrás del mulo.
Flores Arrocha es perseguido por la justicia no tiene otra salida que “echarse al monte”, es acompañado por un sobrino llamado Pedro Flores y apodado “Cerrerías”. Se enfrenta varias veces a tiros con la guardia civil sin ser atrapado. El revuelo ocasionado por la aparición de un “bandolero a la vieja usanza” es potenciado por la prensa de la época que desplaza gacetistas a Ronda donde recogen todas las fantasías que se cuentan en tabernas y barberías, pero que nunca se desplazaron a los campos donde estaba Flores.
Entretanto Becerra se recupera de sus heridas y vuelve a vivir en la Fuenfría, pero como Flores Arrocha ha jurado matarlo, la Guardia Civil establece un retén de vigilancia en la Fuenfría, en unas antiguas casas de mineros situadas muy cerca de la casa de Becerra.
La vida de Flores continúa entre el monte y su pueblo donde dicen que regresaba por las noches para recoger víveres, tabaco y yacer con su mujer.
El 7 de diciembre de 1932 aprovechando que los efectivos de la Guardia Civil de la comarca son reclamados para sofocar un tumulto social que había estallado en Benahavís, Flores Arrocha y su sobrino se acercan a la finca de la disputa todo lo que pueden favorecidos por la niebla, disparan y matan a Salvador Becerra que en ese momento araba con un hijo ya mayor que puede huir herido. Después se dirigen a la casa matan a su mujer y a otro hijo.
La gravedad y crueldad de los hechos refuerzan los intentos de captura, a finales de diciembre un chivatazo a la Guardia Civil de Parauta situa a los proscritos en una zona conocida como la “Majadilla de la Sierra”, concretamente en “los Chozos de Canca”, no lejos de la Fuenfría, allí se dirigen el jefe del destacamento, el cabo Lanzas, los seis guardias del puesto a quienes en el camino se unen tres más del puesto de Igualeja.
El 31 de diciembre localizan en ese sitio a los dos fugitivos, se entabla un intenso tiroteo que se salda con la muerte del guardia Teodoro López y del propio Francisco Flores Arrocha. Cuentan que Flores cubrió a su sobrino para que se salvara, aguantando a los civiles hasta que se le acabó la munición y fue abatido.
La gente del pueblo justificó las muertes que, al parecer, cometió ya que tenía derecho de tanteo como vecino que era, sobre las tierras de la Fuenfría que su suegro no quiso venderle. Así lo cantaba una coplilla que me ha contado mi amigo Felipe Canca que entonces tenía cuatro años y vivía en unas chozas situadas en la Majadilla de la Encina, muy cerca del Arroyo Hondo, donde mataron a Flores. De esa coplilla popular Felipe recuerda alguna estrofa:
“Un 31 de diciembre fue el día que mataron a Flores Arrocha por una tierra que por ley le correspondía”.
Fue el último bandolero de la Serranía, si bien a Pasos Largos lo mataron dos años después, en 1934, era ya un anciano con 64 años, sin causas pendientes con la justicia al que unos desalmados mataron en la covacha de Sopalmito para hacer méritos ante la guardia civil para que les permitieran seguir furtiveando.
Incluye una foto de La Fuenfría realizada por Vicente Astete a quien agradezco me ha ya permitido usarla.
Bibliografía
Bandoleros en la Serranía de Ronda. Isidro García Cigüenza. 1998. Editorial Guadiaro.
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