Andrés Rodríguez González Octubre 25th, 2018
Naturalistas en la Serranía de Ronda: Abel Chapman y Walter Buck
Fueron dos cazadores y naturalistas más preocupados por la vida silvestre que por el aspecto humano aunque sus comentarios sobre las gentes y los paisajes de la España que encontraron son tan interesantes que hacen obligadas unas líneas sobre su paso por la Serranía de Ronda.
Viajeros incansables, exploran y describen paisajes y vida silvestre de la península Ibérica en el siglo XIX. Fueron figuras importantes de la incipiente conservación que se inicia en la época, destacando especialmente en la protección de especies amenazadas como la Capra pirenaica, aves acuáticas, rapaces y la creación de áreas naturales que posteriormente pasaron a ser protegidas como Doñana, en el caso de España. Los temas cinegético y naturalista constituyen el grueso de la obra de Chapman y Buck, pero con todo el aspecto naturalista prima sobre el de la caza, hasta el punto que dejan publicada la siguiente frase en uno de sus libros “El amor a la Naturaleza anula incluso la afición de un cazador de aves…de forma que el naturalista suplanta al cazador”. Fueron además de cazadores y sobre todo Naturalistas. Son cazadores distinguidos que buscan trofeos de caza mayor pero no desprecian ni aves acuáticas y la llamada caza menor. Son innovadores en las técnicas y modalidades de caza creando variedades dentro de ellas, apoyadas en el magnífico conocimiento del comportamiento animal, son pues, pioneros en “Etología “ animal. A pesar de ser excelentes cazadores, no dudan en escribir y reconocer sus “fracasos” cosa bastant rara en un cazador. Son “cazadores conservacionistas” y por ello se preocupan y critican el exceso de piezas cazadas y advierten sobre los peligros de la caza indiscriminada y el exceso de armas de fuego, además de proponer medidas de protección para la caza en las fincas españolas. No solo se preocupan de la fauna cinegérica, también de toda clase de fauna e incluso, de la vegetación. Aunque cazaron prácticamente por toda España fue en Andalucía donde realizaron sus más importantes cacerias y concretamente sus territorios más visitados fueron Sierra Nevada, Doñana, Jerez y sus montes y Arcos de la Frontera y sus alrededores incluidas las montañas de Grazalema. Juntos publicaron dos textos dedicados a España: Wild Spain y Unexplored Spain. El primero fue publicado en Londres en 1893, cuando Buck llevaba un cuarto de siglo residiendo en España, donde se había instalado como vinatero en 1868, y traducido por primera vez al español en 1963, el segundo libro apareció en 1910 y fue traducido al español en 1989. Chapman dedica muchas referencias y hasta capítulos enteros en otras obras como “Art of Wildfowling”, “Retrospect” o “ Memories”. Chapman había nacido el 4 de octubre de 1851 en Bishopwearmouth, Reino Unido; falleció el 23 de enero de 1929 con 77 años en Northumberland, también en Inglaterra. En 1871 realizó su primer viaje a España y quedó absolutamente fascinado, posteriormente repitió sus visitas una y a veces dos al año. Walter J. Buck nació el 19 de julio de 1843 en Mendham (Inglaterra). A los 25 años se establece en Jerez de la Frontera como explorador de vinos, tras asociarse con la firma inglesa Sandeman, pasó también a ser criador de vinos. En el triangulo victoriano andaluz, formado por Gibraltar, Riotinto y Jerez, Buck, fue un elemento importante ya que ejerció como Agente Consular de S. M. Británica. A través de las cartas a su esposa conocemos sus amplísimos recorridos cinegéticos, recorre el Imperio Ruso, el Austro-Hungaro y el Alemán. En Jerez habita con su esposa Anne en el Palacio de Las Cadenas, donde, ademásde una variada fauna (hasta un oso la habitó), era el lugar donde practicaba una generosa hospitalidad cinegética con muchos de sus amigos cazadores entre los que destaca Chapman y el Marqués de Villavicosa. Buck funda en 1869 la primera Sociedad de Tiro de Pichón que rápidamente se extiende por todo el Reino y de la que llegaría a ser campeón durante tres años. Bien es verdad que desarrollaron una intensa actividad cazadora, que mataron rapaces diurnas y nocturnas, mustélidos, felinos y otras numerosas especies actualmente protegidas; quiero dejar constancia de su amplísima labor de conservación. Unas muy conocidas como entre 1872 y 1912 ejercieron, junto a otros importantes cazadores, el control de los venados en Doñana, otras bastante menos. Es necesario contemplar que los tiempos en los que vivieron y cazaron en España Chapman y Buck, eran diferentes a los actuales y bien sabido es que “de la mayor falacia histórica es juzgar el pasado con ideas de presente”, según frase de Lord Acton. Pero no solo en España desarrollaron una intensa labor de protección, también en el norte y centro de Europa y en África. Y por supesto, en su Gran Bretaña natal donde contribuyeron a la ampliación de las primeras normas proteccionistas. Como curiosidad, en 1869 se publico una serie de normativas, sobrias y prácticas, sobre protección de la avifauna marina que anidaba en las costas de las Islas Británicas, recogidas en la llamada Seabird Protection Act, dicha legislación, bastante irreal e inepta es analizada por Chapman que propone su adecuación y concreción. Sabemos, a partir de esas opiniones cuales eran sus pensamientos ecológicos que se pueden concretar en lo siguiente: Por sus criterios liberales, no está de acuerdo n la intervención estatal en temas ecológicos y propone una serie de soluciones proteccionistas muy concretas como la protección de huevos de todas las especies (según él, el coleccionismo ornitológico tan de moda en aquellos tiempos es más nefasto para la conservación de las especies que la propia caza). Niega las causas básicas de la legislación proteccionista como que las aves acuáticas están decreciendo en Europa. Opina que el establecimiento de “Santuarios” o reservas sometidas a regímenes especiales, de iniciativa pública o privada, posiblemente sean para “la salvaguarda de la fauna sean más eficientes que las constricciones legales”. El proteccionismo y ecologismo de Chapman están cargados de sentido común y entusiasmo, pero su liberalismo a ultranza, muy propio de la burguesía inglesa a la que pertenecía, es bastante discutible. En España se les conoce fundamentalmente por sus obras “Wild Spain” y “Unexplored Spain”, escritas conjuntamente; pero en la producción unipersonal de Chapman el tema hispánico se encuentra siempre presente, continuamente aparecen alusiones a nuestro país. Existen tres obras en las que España aparece con profusión. En su libro “Art of Wildfowling” hay un capítulo completo referido a la caza de aves acuáticas en nuestro país en las temporadas1893-4 y 1894-5. En su libro “Retrospect” dedica a España ocho capítulos en los que da para mucho, no sólo recordar aventuras de caza, también para hacer propuestas, informes y reflexiones. Destaca el capítulo VII dedicado al Ibex español donde analiza esta especie como trofeo y también hace propuestas sobre su protección. El capítulo XVII aporta datos sobre los flamencos de las Marismas, el furtivismo y la desidia y permisividad de los guardas en el cumplimiento de sus funciones. En los capítulos XXI, XXII y XXIII describe sus estancias en el Castillo de Arcos de la Frontera. En su obra póstuma “Memories” rememora con nostalgia su primera estancia en España y justifica que en sus obras trate el tema de la naturaleza hispana y olvide sobre otros aspectos como la historia o la monumentalidad de estas tierras. Chapman considera a España como “su primer amor entre las tierras agrestes”, junto a su colega y amigo Buck evitaron los caminos frecuentes para introducirse en lugares agrestes e inexplorados, vivieron apasionadamente sus aventuras de caza y fundaron las bases de la protección medioambiental en Andalucía y España. Su literatura, aun teniendo las mismas bases de la escrita por otros viajeros del siglo XIX es completamente original en sus planteamientos y estilo. En la visión “romántica y europea”de la España que vieron evitan comparaciones odiosas o racistas con la vida británica más avanzada que conocían y siempre está presente una visión “amorosa” sobre esta tiera que tan bien conocieron, por supuesto tienen una postura respetuosa con los pueblos de España, sin disculpar pero si analizando escuetamente aspectos muy inquietos que encontraron como cuando comentan los hurtos de huevos de los habitantes de Sanlucar en las Marismas o cuando hablan de las condiciones de vida de los guardas de las Marismas “que pueden ser un paraíso para la caza y elcazador de acuáticas, pero no un lugar deseable para criar una extensa familia”. El capítulo XXXV y XXXVI de “La España Inexplorada” están dedicados a la Serranía de Ronda y como continuación a la Sierra Bermeja. Describen el San Cristobal y la Comarca del Pinsapo que exploraron con salida desde Benamahoma un 20 de marzo con suelo nevado, escriben con verdadera admiración sobre la dureza del trabajo de los labriegos, como le sacan provecho a estas tierras con pendientes extremas, como siembran en cualquier hueco del terreno que lo permita y trillan en eras construidas en tras allanar y empedrar el terreno. Apasionadamente muestran los paisajes que ven. Describen los muchos pájaros y aves que aquí encuentran deteniéndose las aguilas reales, perdiceras, buitres y los poderosos quebrantahuesos y dedican un amplio texto al pinsapo, a la descripción de los paisajes donde se encuentran y a destrucción a la que se ven sometidos por “hacha, fuego, tempestades y avalanchas”, hasta tal punto encuentran deteriorado el pinsapar que les hace escribir lo siguente: “…Otro ejemplo de la descuidada imprevisión que caracteriza a la raza española. ¡Hace quince años destruyeron el último ibex!, ¡de aquí a quince años destruirán el último pinsapo¡” . Es apasionante a la vez de triste la descripción del encuentro con una niña semisalvaje que localizan en las montañas de Grazalema, se entremecla la pena, la ternura y el respeto por la jovencita y sus condiciones de vida. En diciembre de 1907 visitaron Sierra Bermeja con el objetivo de buscar cabras monteses. Describen el pinsapar pero las condiciones climáticas con nieblas muy espesas les impidieron cumplir plenamente sus planteamientos iniciales. Describen las escasas aves encontradas y como tumba de un disparo a un buitre situado por lo menos a mil metros de altura. Les llama la atención cazar un animal para ellos desconocido, el Meloncillo. Aconsejo a quien guste la caza que lea con detenimiento las aventuras cinegéticas con corzos que describen en ese capítulo. También unido al capítulo XXXVI aunque nada tiene que ver con Sierra Bermeja, describen un encuentro bastante peligroso que tuvieron con una vaca parida y agresiva en el Puerto de las Palomas.
Bibliografía La España inexplorada. Abel Chapman y Walter J. Buck. Edita Junta de Andalucía, Consejería de Obras Públicas y Transportes 1989.
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